De forma ingenua, los jugadores de Ante Cacic dieron vida a un rival medio muerto, después de haber tenido que sustituir a Luka Modric con gestos de dolor, y le dejó creer en la remontada en unos compases finales que sacaron a relucir la peor cara de esta Eurocopa de Francia.
En la recta final, los ultras croatas se erigieron en protagonistas negativos de la tarde con el lanzamiento al campo de numerosas bengalas y hasta un petardo -que acabaría explotando muy cerca de un delegado de la UEFA-, obligando a detener el partido. La debacle balcánica ya había comenzado y, tras unos minutos de parón, se certificó el desplome de Croacia.
En un balón aéreo bombeado, sin demasiado peligro aparente, Vida cometió un error infantil al saltar con sus manos en alto, desviando el esférico dentro del área y dando lugar a un penalti tonto que Tomas Necid, que también había entrado al campo en la segunda mitad, se encargó de transformar con maestría. Era el tiempo de descuento. Un final que dejó en evidencia a la selección croata después de las grandes sensaciones mostradas, tirando por la borda una clasificación a octavos que rozaron con los dedos.
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