Convocados en Las Gaunas a las 14.45 horas, la puntualidad de los aficionados blanquirrojos fue exquisita. Había que parar en Haro para recoger a más de una docena de seguidores riojalteños, y el partido esperaba en el horizonte, en Sestao, en tierras vizcaínas. Arrancó un poco antes de las 15.00 horas el primer autobús, el que debía entrar en Haro. El resto, a partir de las 15.00 horas, se puso en camino para llegar a Las Llanas. Siete autocares repletos para llevar a los aficionados hasta el punto de encuentro del partido. Todos con sus entradas, con sus camisetas, bufandas, y banderas.
Todos con las gargantas claras ante la sensación previa de encontrarse en un momento importante dentro de la corta e intensa historia del club. Entraron juntos, ocuparon el espacio ofrecido por el Sestao para desde esa amplia esquina gritar y cantar de principio a fin en un nuevo muro blanquirrojo que será recordado dentro de unos años. Entonces se dirá que aquel día, 450 aficionados, motivados por la acción de Félix Revuelta de pagar los autobuses, compraron sus entradas en Logroño para viajar a Sestao y poner un ladrillo importante en la edificación de un nuevo proyecto, que esperan sea en Segunda B. Pero hay que salvar la categoría, y en Sestao, estos 450 aficionados fueron esenciales para trasladar al equipo, en el césped, el aliento de la masa de seguidores que respalda a la UD Logroñés.
Familias, cuadrillas de jóvenes, adultos, niños... se fundieron en un gran abrazo con los jugadores tras el tanto de Caneda. Un abrazo lleno de rabia por la frustración contenida hasta el momento. Y sin duda, el último cuarto de hora, con el Sestao sobre el área visitante, la afición blanquirroja puso de su parte para con cánticos alentar a los suyos, bajo la lluvia, en Sestao, con el sabor, está vez sí, dulce del hierro vizcaíno. Una victoria que va al haber del club, por los tres puntos y por la capacidad de movilización bien organizada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario