El Inter-Sassuolo se jugó a puerta cerrada por los insultos racistas vertidos por parte de la afición 'nerazzurra' contra Koulibaly. Pero en realidad, 10.000 niños, invitados por el club lombardo, presenciaron el duelo.
El Inter de Milán es plenamente consciente de que está metido en un grave problema por culpa de unos pocos energúmenos. Su reputación ha quedado manchada, y su credibilidad está por los suelos.
Por eso, desde que se anunció su sanción por los hechos acontecidos en el Inter-Nápoles, el club lombardo se ha preocupado por lavar su imagen.
El Inter comanda una campaña contra el racismo, en la que a sus grandes estrellas se han unido otros grandes nombres del deporte rey, como Luís Figo.
Y ante el Sassuolo, en el primero de los partidos que se jugarán a puerta cerrada en el Giuseppe Meazza por el castigo impuesto por la Federación Italiana, el Inter ha logrado convertir el castigo en una virtud.
En lugar de jugar con las gradas vacías, el Inter cubrió algunas con lonas, dando visibilidad a la citada campaña contra el racismo en el deporte, y llenó otras con 10.000 niños.
Entre ellas, la infame curva en la que se colocan los ultras 'nerazzurri', y por cuya cortedad de miras el Inter se ha visto sancionado. La grada de la vergüenza lució, ante el Sassuolo, más viva que nunca.
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