La guerra entre las ultras de la Roma y Aleksandar Kolarov ha vivido en el Olímpico de Roma un nuevo episodio. Durante el encuentro de Champions ante el Oporto, los aficionados más radicales del club romanista insultaron a su jugador con una ofensiva pancarta en la que se podía leer 'Bastardo Kolarov'. De esa forma despreciaban el llamamiento que había realizado en la previa Daniele de Rossi, capitán del equipo de Di Francesco, que pidió públicamente a sus aficionados cerrar una herida que lleva abierta desde la dolorosa derrota por 7-1 ante la Fiorentina en la Copa de Italia. Ese día, el jugador serbio, que tiene pasado en la Lazio, fue el centro de las críticas de los ultras, con los que tuvo sus más y sus menos cuando fueron a pedir explicaciones por lo ocurrido.
A partir de ahí, Kolarov está viviendo una pesadilla. Y no sólo por los habituales pitos e insultos con los que tiene que lidiar cuando juega ante su afición. Tan tirante es la relación que la reverencia del serbio a la grada tras su gol ante el Chievo el pasado fin de semana fue interpretada por los ultras como un insulto. De nada valieron las palabras del técnico Di Francesco, que aseguró su gesto era una manera de pedir disculpas. La Curva lo tomó como una mofa y aumentaron su presión sobre el lateral.
De hecho, el acoso de los ultras hacia Kolarov va más allá del césped y está llegando lo personal. Así, la semana pasada los muros que rodean su casa familiar aparecieron pintados con frases alusivas a él, lo que supuso un punto de inflexión de una persecución que parece no tener fin.
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