“¡Aquí están, estos son, los famosos Boixos Nois!”. Era el grito de guerra de los radicales del Barça desde los 80, década de su fundación. Uno de los grupos ultras más peligrosos de España que, tras la llegada a Laporta al poder en 2003, tocó fondo y pasó por sus horas más bajas: expulsados del estadio y con muchos de sus líderes en prisión.
Ahora stán de vuelta. Los ‘famosos Boixos Nois’. Como los ‘putos Peaky Blinders’. Los hooligans del Barça están poniendo patas arriba el panorama ultra en los dos últimas temporadas. Palizas, ataques con pirotecnia, puños americanos y porras. Tanto en casa como en los desplazamientos. En España o en el extranjero. El último suceso lo protagonizaron en Valencia, donde hicieron correr a los Yomus en su propia casa, en su propio bar, en los aledaños del campo de Mestalla. “Los Boixos están haciendo un temporadón” le cuenta a EL ESPAÑOL un miembro destacado del mayor foro de ultras de España, que evalúa a las hinchadas radicales como cualquier aficionado al fútbol valora a su equipo en el césped.
Lo de Valencia fue el último en una larga lista de incidentes. La liaron en ciudades tan dispares como Sevilla, Madrid o Lyon; lugares donde acuden a los lugares emblemáticos de los ultras rivales (a su barrio, a los bares donde se reúnen) buscando ‘un baile’, que es como es denomina en el argot ultra la pelea en la calle. “Tienen dos cojones. Han ido a Sevilla y han hecho correr a los Biris en su propio barrio. Los Biris, que es uno de los grupos más peligrosos actualmente”, asegura esta misma fuente. El pique con los Biris viene dado en cierto modo porque los sevillanos son un grupo de extrema izquierda, y por la alianza que tienen estos ultras catalanes con los Supporters del Betis.
“En el único sitio donde no han salido ganando es en Vallecas, que la tuvieron con lo Bukaneros. Pero es que Vallecas es Las Ventas. Tú no vas a Vallecas y te vuelves de rositas. Es quizás la plaza más ‘chunga’ en estos momentos y aun y así fueron fuerte”, resume. Tuvieron que intervenir las fuerzas de orden. En Vallecas salieron escoltados por la policía al grito de ‘sieg heil’ y los sucesivos encontronazos que han ido teniendo, han dejado heridos:
“Los Famosos Boixos Nois”
Los Famosos Boixos Nois han vuelto. El grupo ultra del Barça nació en el fondo sur del Camp Nou en 1981, con el boom hoolligan exportado por los británicos a toda Europa. Fue la década en la que estas bandas tenían peso hasta en las directivas y un cuartito para guardar las pancartas dentro del mismo estadio. La efervescencia en España, grupos con líderes carismáticos. Los Ultras Sur con Ochaíta al frente, las Brigadas Blanquiazules al mando de Fredi, el Frente Atlético del Muñeco… y los Boixos Nois del Sureda. Casi todos de tendencia neonazi, consecuencia del brote de ultraderecha que nació en España en la última década del siglo XX. Hasta el Rayo Vallecano tenía ultras de extrema derecha, aunque hoy parezca algo inconcebible: las Brigadas Franjirrojas.
No fue hasta 1995 que los Boixos fueron legalizados como peña, al auspicio de José Luis Núñez, su presidente referente. Su emblema. El más permisivo con los radicales. Hoy día es habitual ver una bandera con la cara del fallecido expresidente en primera línea de los corteos (paseo previo al partido)
Laporta llegó en 2003 y lo primero que hizo fue declararles la guerra. Fue por ello insultado, perseguido y amenazado. Tuvo que mudar su residencia de Barcelona a Sant Cugat, y estuvo a punto de recibir una paliza en la que hubo implicada gente de dentro del propio club. Laporta empezó la guerra y la justicia hizo el resto. Los Boixos quedaron muy debilitados en esta última década. Los Casuals, el subrgrupo más violento de los radicales blaugranas, sufrió un golpe letal en su línea de flotación con la detención de sus miembros, acusados entre otras cosas de extorsión o de secuestrar narcos y torturarlos. Ricard Mateo era el líder en aquel tiempo y está entre rejas.
El Vallès: cantera de futbolistas y ultras
Laporta los echó del campo, pero Rosell, su sucesor, aflojó la cuerda. Ahora vuelven a tener influencia en la masa social. Y los vacíos de poder por los encarcelamientos han sido resueltos con una cúpula renovada. Con Ricard Mateo y sus hombres fuera de la circulación, hay nuevos pesos pesados en los Boixos. Y, tal y como el Barça encuentro mucho de su talento en el campo en la comarca del Vallès Occidental (Xavi, Busquets, Tello, Riqui Puig…) del mismo sitio son los sucesores en el grupo ultra. El Vallès es la Masía de los ultras blaugranas; las zonas de de Terrassa, Ripollet, Rubí… y especialmente Sabadell.
Precisamente, muchos de estos nuevos hombres fuertes proceden de Hooligans Vallés, el grupo ultra del CE Sabadell, un club en horas bajas en lo deportivo, pero con un grupo de radicales temido desde principios de este siglo, conformado por un buen número de elementos neonazis de la zona. Hooligans Vallés se disolvió oficialmente en 2011, por desencuentros con el resto del estadio de la Nova Creu Alta, precisamente por la simbología exhibida.
Los nuevos caudillos proceden de esa zona. Es el caso de Dídac González Llobet. Nacido en Sabadell pero trabaja en Terrassa. En las dos ciudades se ha presentado a las elecciones por listas de partidos neonazis, como MSR. Miembro del grupo motero Hells Angels, toca el bajo en Jolly Rogers, una banda de rock ultraderechista. Pisaba el campo del Sabadell igual que su primo Óscar, otro de los nuevos nombres importantes de los Boixos. También Sergi Verdaguer e Iván Chicano, con largo historial de militancia en formaciones de ultraderecha. Los vallesanos de Boixos Nois se organizan en un grupo de ultraderecha denominado Último Bastión, tal y como reveló La Directa.
En sus filas cuentan también los Boixos con nombres como el del culturista David Pozzi, propietario de un gimnasio en Gavà o Paco Pérez, otro tipo con un físico descomunal. Y es que el perfil de los ultras ha cambiado, igual que ha cambiado su look. Cuando los grupos ultras empezaban en España, era habitual encontrar algunos punkis, rateros y delincuentes de poca monta, gente con entornos de vida complicados. Todo eso cambió en los 90, cuando las gradas ultras quedaron monopolizadas por skins con bomber, camisas Ben Sherman y polos Fred Perry.
De la bomber a la North Face
Ahora nos encontramos con un nuevo perfil. Los nuevos ultras suelen ser tipos de gimnasio, muy musculados y expertos en deportes de contacto. Listos para correr y pegar palos en cualquier circunstancia. Propietarios de gimnasio, personal de seguridad, luchadores… La indumentaria también ha cambiado. Las bombers y harrington dejaron paso a las chaquetas de nieve. Mucha North Face, mucha Columbia, negra casi siempre. “Los ultras modernos parecen ejércitos uniformados”, cuenta a EL ESPAÑOL un agente de Mossos d’Esquadra que ha trabajado con este tipo de bandas organizadas.
Ahora mismo, la hinchada radical del Bara está compuesta por Boixos Nois, que es el embrión original, Casuals, una debiltada facción ultraviolenta (llamada así porque fueron los primeros en abandonar la estética skin y ataviarse con ropas con las que pasar desapercibidos) y la más nueva, Cachorros. Son los jóvenes recientemente reclutados para engrosar las fuerzas de choque. La cantera de los Boixos, los futuros jefes. Entre estas incorporaciones, muchos procedentes del mundo del graffiti, que ha llegado a poner en jaque a la policía de Barcelona en muchas ocasiones. Cada uno tiene su rol, su terreno especializado.
“Hoy día, un grupo ultra es una cosa distinta a cuando se fundaron. Ya no es un grupo de animación, a veces el fútbol es lo de menos. Es una banda perfectamente organizada que tiene unos fines. No te voy a decir ilícitos o delictivos, porque eso habría que probarlo en un juzgado, Pero precisamente a los Casuals los sentaron en el banquillo por una serie de delitos relacionados con la extorsión, palizas o secuestros. Para eso, un grupo ultra requiere de otro perfil de integrantes. Es gente preparada para la batalla. Son auténticos soldados. Son alborotadores expertos en pegar"
Por otra parte, "también necesitan a gente que se sepa manejar con los negocios y las finanzas, porque tienen que hacer funcionar al grupo como una empresa. Mueven mucha pasta. Ricard Mateo tenía una tienda de ropa de marca Thos Steinar que le servía para blanquear dinero. Al tesorero del grupo, Antonio Torn “Antoñito” le pillaron 100.000 euros en metálico cuando lo detuvieron”, refiere este agente.
Eso conlleva que los perfiles para dirigir una banda ultra en nuestros días tienen que ser especializados, y eso a veces choca con el fútbol. Sucedió en la rebelión en el seno de los Ultras Sur. Un grupúsculo interno dio una especie de golpe de estado por el control de la banda y lo convirtió en guerra civil. El líder de aquel grupo que empezó la guerra era Antonio Meléndez, conocido como ‘Niño Skin’, que curiosamente aborrecía el fútbol, simpatizaba con el otro equipo de la ciudad y había formado parte del Frente Atlético. En el caso de los nuevos Boixos, que los Hooligans Vallés del Sabadell hubieran tenido tratos con ultras del Real Madrid y del Espanyol no ha resultado obstáculo para que acaben comandando a los nuevos radicales del Barça.
El corteo: cuando el fútbol es lo de menos
Y es que el fútbol es lo de menos: “Muchos de los ultras tienen vetada su entrada a un campo de fútbol”, nos advierte el Mosso d’Esquadra. Es decir, muchos ni siquiera acceden al estadio. Ahora la guerra es en la calle. En los aledaños de los estadios y en los bares representativos donde se reúne cada afición. Es durante estos prolegómenos cuando se lleva a cabo el denominado ‘corteo’. Es el momento en el que un grupo ultra desfila por las calles, con aire militar y entonando cánticos de su equipo. Exhiben sus pancartas y encienden bengalas. La policía ya trata de evitar los choques entre los corteos, aunque, a menudo, los ultras rivales quedan “en otras partes, lejos de miradas lujuriosas de la policía, y nos citamos para un baile”, que es como se conoce la pelea cuerpo a cuerpo en el mundo ultra, según nos revela un antiguo ultra del Barça.
Los Boixos son ahora un grupo compacto de alborotadores hipermusculados, que acude en masa a los desplazamientos de su equipo y estudia las llegadas de las aficiones rivales a Barcelona. La lista de incidentes que han protagonizado en las dos últimas temporadas no tiene parangón. Su reaparición en el panorama ultra tuvo lugar de septiembre de 2018 en casa, contra un grupo de aficionados del PSV Eindhoven que visitó la ciudad condal. Un mes después atacaron a lo ultras del Inter de Milán en el desplazamiento de la afición interista al Camp Nou. Entre la expedición de radicales, miembros de Yomus del Valencia, afición con la que están hermanados.
Porque el mundo ultra se rige por rivalidades y hermanamientos. Los ultras del Valencia lo están con los del Inter, como los del Barça lo están con la United Family (escisión ultraderechista de Supporters Sur) del Betis o el Real Madrid con los Bad Gone del Olympique de Lyon. Y precisamente a Lyon fueron los Boixos, a ajustar cuentas con los socios de los madridistas el pasado mes de febrero. En el partido de vuelta, los lioneses acudieron a Barcelona, acompañados por ultras del RCDE Espanyol, y se produjeron algunos incidentes violentos por las calles de Barcelona.
La lista de ‘bailes’ donde han pegado hostias los radicales del Barça es larga: contra las aficiones del Sevilla, Valencia, Alavés, Rayo… Por llevarse palos, se han llevado hasta lo aficionados del modesto Sant Andreu, cuya facción antifascista fue atacada por los Boixos Nois, que les robaron la pancarta. Es el trofeo de las peleas entre ultras: el grupo que gana la pelea se hace con la pancarta del rival y luego la exhibe boca abajo. Los radicales azulgranas fueron a buscarlos el pasado mes de mayo a un partido que disputaban en Vilafranca y en el que el Barça ni pintaba ni cortaba. Pero así se ajustan cuentas en el mundo ultra.
Su nuevo cuartel general
“Este tipo de incidentes no son casuales ni tienen por qué estar totalmente relacionados con el fútbol. Como te digo, es un grupo organizado con unos objetivos concretos. El que vive de la extorsión y del uso de la violencia para conseguir sus fines, tiene en este tipo de actuaciones su propia campaña de publicidad. Ricard Mateo, el exlíder de los Casuals, se identificaba como “Soy Ricard, del Barça” en sus llamadas intimidatorias. Como si fuese algo oficial. Para esta gente, pegarle a un grupo de ultras, a un narco, o hacer correr a otras aficiones en sus propias ciudades es un mensaje para todo su mundillo. Es el aval de que es gente peligrosa. Es como decir, “Eh, hemos vuelto, somos los famosos Boixos Nois”, resume el policía experto en bandas de ultras.
Los Boixos vuelven a ser una realidad, aunque hayan tenido que cambiar de sede. Históricamente se han tenido su base de operaciones en el Bar Virginia, cerca del Camp Nou. Pero los dueños se jubilaron y lo traspasaron, así que se tuvieron que buscar otro cuartel general. El de ahora es el Bar La Jarra. Un establecimiento ubicado en la calle Arístides Mallol (muy cerca del campo) regentado por una mujer separada, que solamente abre los días de partido. Son muchos los vecinos que se han quejado por la presencia de los Boixos en las inmediaciones: “Se mean, encienden bengalas, destrozan cosas, hacen ruido”; le explicaban algunos testimonios a Super Hincha, una de las publicaciones digitales líderes en el mundo ultra. Hay numerosas quejas en día de partido. Hay vecinos que piensan en mudarse. Pero ahí siguen los Boixos.Mientras el Barça está viviendo una temporada aciaga en los terrenos de juegos, sus aficionados más radicales han vuelto a recomponerse, conformando el que, para muchos, es ahora mismo el grupo ultra más peligroso y violento de España. La masía del Vallès y la entrada de los Cachorros ha hecho que vuelvan a ser una amenaza real. Aunque ni su club ni Antiviolencia les dejen entrar en el campo, han vuelto. Los ‘Famosos Boixos Nois’, los del bulldog, que como reconocen ultras de uno y otro equipo, “están haciendo un temporadón”.
Ahora stán de vuelta. Los ‘famosos Boixos Nois’. Como los ‘putos Peaky Blinders’. Los hooligans del Barça están poniendo patas arriba el panorama ultra en los dos últimas temporadas. Palizas, ataques con pirotecnia, puños americanos y porras. Tanto en casa como en los desplazamientos. En España o en el extranjero. El último suceso lo protagonizaron en Valencia, donde hicieron correr a los Yomus en su propia casa, en su propio bar, en los aledaños del campo de Mestalla. “Los Boixos están haciendo un temporadón” le cuenta a EL ESPAÑOL un miembro destacado del mayor foro de ultras de España, que evalúa a las hinchadas radicales como cualquier aficionado al fútbol valora a su equipo en el césped.
Lo de Valencia fue el último en una larga lista de incidentes. La liaron en ciudades tan dispares como Sevilla, Madrid o Lyon; lugares donde acuden a los lugares emblemáticos de los ultras rivales (a su barrio, a los bares donde se reúnen) buscando ‘un baile’, que es como es denomina en el argot ultra la pelea en la calle. “Tienen dos cojones. Han ido a Sevilla y han hecho correr a los Biris en su propio barrio. Los Biris, que es uno de los grupos más peligrosos actualmente”, asegura esta misma fuente. El pique con los Biris viene dado en cierto modo porque los sevillanos son un grupo de extrema izquierda, y por la alianza que tienen estos ultras catalanes con los Supporters del Betis.
“En el único sitio donde no han salido ganando es en Vallecas, que la tuvieron con lo Bukaneros. Pero es que Vallecas es Las Ventas. Tú no vas a Vallecas y te vuelves de rositas. Es quizás la plaza más ‘chunga’ en estos momentos y aun y así fueron fuerte”, resume. Tuvieron que intervenir las fuerzas de orden. En Vallecas salieron escoltados por la policía al grito de ‘sieg heil’ y los sucesivos encontronazos que han ido teniendo, han dejado heridos:
“Los Famosos Boixos Nois”
Los Famosos Boixos Nois han vuelto. El grupo ultra del Barça nació en el fondo sur del Camp Nou en 1981, con el boom hoolligan exportado por los británicos a toda Europa. Fue la década en la que estas bandas tenían peso hasta en las directivas y un cuartito para guardar las pancartas dentro del mismo estadio. La efervescencia en España, grupos con líderes carismáticos. Los Ultras Sur con Ochaíta al frente, las Brigadas Blanquiazules al mando de Fredi, el Frente Atlético del Muñeco… y los Boixos Nois del Sureda. Casi todos de tendencia neonazi, consecuencia del brote de ultraderecha que nació en España en la última década del siglo XX. Hasta el Rayo Vallecano tenía ultras de extrema derecha, aunque hoy parezca algo inconcebible: las Brigadas Franjirrojas.
No fue hasta 1995 que los Boixos fueron legalizados como peña, al auspicio de José Luis Núñez, su presidente referente. Su emblema. El más permisivo con los radicales. Hoy día es habitual ver una bandera con la cara del fallecido expresidente en primera línea de los corteos (paseo previo al partido)
Laporta llegó en 2003 y lo primero que hizo fue declararles la guerra. Fue por ello insultado, perseguido y amenazado. Tuvo que mudar su residencia de Barcelona a Sant Cugat, y estuvo a punto de recibir una paliza en la que hubo implicada gente de dentro del propio club. Laporta empezó la guerra y la justicia hizo el resto. Los Boixos quedaron muy debilitados en esta última década. Los Casuals, el subrgrupo más violento de los radicales blaugranas, sufrió un golpe letal en su línea de flotación con la detención de sus miembros, acusados entre otras cosas de extorsión o de secuestrar narcos y torturarlos. Ricard Mateo era el líder en aquel tiempo y está entre rejas.
El Vallès: cantera de futbolistas y ultras
Laporta los echó del campo, pero Rosell, su sucesor, aflojó la cuerda. Ahora vuelven a tener influencia en la masa social. Y los vacíos de poder por los encarcelamientos han sido resueltos con una cúpula renovada. Con Ricard Mateo y sus hombres fuera de la circulación, hay nuevos pesos pesados en los Boixos. Y, tal y como el Barça encuentro mucho de su talento en el campo en la comarca del Vallès Occidental (Xavi, Busquets, Tello, Riqui Puig…) del mismo sitio son los sucesores en el grupo ultra. El Vallès es la Masía de los ultras blaugranas; las zonas de de Terrassa, Ripollet, Rubí… y especialmente Sabadell.
Precisamente, muchos de estos nuevos hombres fuertes proceden de Hooligans Vallés, el grupo ultra del CE Sabadell, un club en horas bajas en lo deportivo, pero con un grupo de radicales temido desde principios de este siglo, conformado por un buen número de elementos neonazis de la zona. Hooligans Vallés se disolvió oficialmente en 2011, por desencuentros con el resto del estadio de la Nova Creu Alta, precisamente por la simbología exhibida.
Los nuevos caudillos proceden de esa zona. Es el caso de Dídac González Llobet. Nacido en Sabadell pero trabaja en Terrassa. En las dos ciudades se ha presentado a las elecciones por listas de partidos neonazis, como MSR. Miembro del grupo motero Hells Angels, toca el bajo en Jolly Rogers, una banda de rock ultraderechista. Pisaba el campo del Sabadell igual que su primo Óscar, otro de los nuevos nombres importantes de los Boixos. También Sergi Verdaguer e Iván Chicano, con largo historial de militancia en formaciones de ultraderecha. Los vallesanos de Boixos Nois se organizan en un grupo de ultraderecha denominado Último Bastión, tal y como reveló La Directa.
En sus filas cuentan también los Boixos con nombres como el del culturista David Pozzi, propietario de un gimnasio en Gavà o Paco Pérez, otro tipo con un físico descomunal. Y es que el perfil de los ultras ha cambiado, igual que ha cambiado su look. Cuando los grupos ultras empezaban en España, era habitual encontrar algunos punkis, rateros y delincuentes de poca monta, gente con entornos de vida complicados. Todo eso cambió en los 90, cuando las gradas ultras quedaron monopolizadas por skins con bomber, camisas Ben Sherman y polos Fred Perry.
De la bomber a la North Face
Ahora nos encontramos con un nuevo perfil. Los nuevos ultras suelen ser tipos de gimnasio, muy musculados y expertos en deportes de contacto. Listos para correr y pegar palos en cualquier circunstancia. Propietarios de gimnasio, personal de seguridad, luchadores… La indumentaria también ha cambiado. Las bombers y harrington dejaron paso a las chaquetas de nieve. Mucha North Face, mucha Columbia, negra casi siempre. “Los ultras modernos parecen ejércitos uniformados”, cuenta a EL ESPAÑOL un agente de Mossos d’Esquadra que ha trabajado con este tipo de bandas organizadas.
Ahora mismo, la hinchada radical del Bara está compuesta por Boixos Nois, que es el embrión original, Casuals, una debiltada facción ultraviolenta (llamada así porque fueron los primeros en abandonar la estética skin y ataviarse con ropas con las que pasar desapercibidos) y la más nueva, Cachorros. Son los jóvenes recientemente reclutados para engrosar las fuerzas de choque. La cantera de los Boixos, los futuros jefes. Entre estas incorporaciones, muchos procedentes del mundo del graffiti, que ha llegado a poner en jaque a la policía de Barcelona en muchas ocasiones. Cada uno tiene su rol, su terreno especializado.
“Hoy día, un grupo ultra es una cosa distinta a cuando se fundaron. Ya no es un grupo de animación, a veces el fútbol es lo de menos. Es una banda perfectamente organizada que tiene unos fines. No te voy a decir ilícitos o delictivos, porque eso habría que probarlo en un juzgado, Pero precisamente a los Casuals los sentaron en el banquillo por una serie de delitos relacionados con la extorsión, palizas o secuestros. Para eso, un grupo ultra requiere de otro perfil de integrantes. Es gente preparada para la batalla. Son auténticos soldados. Son alborotadores expertos en pegar"
Por otra parte, "también necesitan a gente que se sepa manejar con los negocios y las finanzas, porque tienen que hacer funcionar al grupo como una empresa. Mueven mucha pasta. Ricard Mateo tenía una tienda de ropa de marca Thos Steinar que le servía para blanquear dinero. Al tesorero del grupo, Antonio Torn “Antoñito” le pillaron 100.000 euros en metálico cuando lo detuvieron”, refiere este agente.
Eso conlleva que los perfiles para dirigir una banda ultra en nuestros días tienen que ser especializados, y eso a veces choca con el fútbol. Sucedió en la rebelión en el seno de los Ultras Sur. Un grupúsculo interno dio una especie de golpe de estado por el control de la banda y lo convirtió en guerra civil. El líder de aquel grupo que empezó la guerra era Antonio Meléndez, conocido como ‘Niño Skin’, que curiosamente aborrecía el fútbol, simpatizaba con el otro equipo de la ciudad y había formado parte del Frente Atlético. En el caso de los nuevos Boixos, que los Hooligans Vallés del Sabadell hubieran tenido tratos con ultras del Real Madrid y del Espanyol no ha resultado obstáculo para que acaben comandando a los nuevos radicales del Barça.
El corteo: cuando el fútbol es lo de menos
Y es que el fútbol es lo de menos: “Muchos de los ultras tienen vetada su entrada a un campo de fútbol”, nos advierte el Mosso d’Esquadra. Es decir, muchos ni siquiera acceden al estadio. Ahora la guerra es en la calle. En los aledaños de los estadios y en los bares representativos donde se reúne cada afición. Es durante estos prolegómenos cuando se lleva a cabo el denominado ‘corteo’. Es el momento en el que un grupo ultra desfila por las calles, con aire militar y entonando cánticos de su equipo. Exhiben sus pancartas y encienden bengalas. La policía ya trata de evitar los choques entre los corteos, aunque, a menudo, los ultras rivales quedan “en otras partes, lejos de miradas lujuriosas de la policía, y nos citamos para un baile”, que es como se conoce la pelea cuerpo a cuerpo en el mundo ultra, según nos revela un antiguo ultra del Barça.
Los Boixos son ahora un grupo compacto de alborotadores hipermusculados, que acude en masa a los desplazamientos de su equipo y estudia las llegadas de las aficiones rivales a Barcelona. La lista de incidentes que han protagonizado en las dos últimas temporadas no tiene parangón. Su reaparición en el panorama ultra tuvo lugar de septiembre de 2018 en casa, contra un grupo de aficionados del PSV Eindhoven que visitó la ciudad condal. Un mes después atacaron a lo ultras del Inter de Milán en el desplazamiento de la afición interista al Camp Nou. Entre la expedición de radicales, miembros de Yomus del Valencia, afición con la que están hermanados.
Porque el mundo ultra se rige por rivalidades y hermanamientos. Los ultras del Valencia lo están con los del Inter, como los del Barça lo están con la United Family (escisión ultraderechista de Supporters Sur) del Betis o el Real Madrid con los Bad Gone del Olympique de Lyon. Y precisamente a Lyon fueron los Boixos, a ajustar cuentas con los socios de los madridistas el pasado mes de febrero. En el partido de vuelta, los lioneses acudieron a Barcelona, acompañados por ultras del RCDE Espanyol, y se produjeron algunos incidentes violentos por las calles de Barcelona.
La lista de ‘bailes’ donde han pegado hostias los radicales del Barça es larga: contra las aficiones del Sevilla, Valencia, Alavés, Rayo… Por llevarse palos, se han llevado hasta lo aficionados del modesto Sant Andreu, cuya facción antifascista fue atacada por los Boixos Nois, que les robaron la pancarta. Es el trofeo de las peleas entre ultras: el grupo que gana la pelea se hace con la pancarta del rival y luego la exhibe boca abajo. Los radicales azulgranas fueron a buscarlos el pasado mes de mayo a un partido que disputaban en Vilafranca y en el que el Barça ni pintaba ni cortaba. Pero así se ajustan cuentas en el mundo ultra.
Su nuevo cuartel general
“Este tipo de incidentes no son casuales ni tienen por qué estar totalmente relacionados con el fútbol. Como te digo, es un grupo organizado con unos objetivos concretos. El que vive de la extorsión y del uso de la violencia para conseguir sus fines, tiene en este tipo de actuaciones su propia campaña de publicidad. Ricard Mateo, el exlíder de los Casuals, se identificaba como “Soy Ricard, del Barça” en sus llamadas intimidatorias. Como si fuese algo oficial. Para esta gente, pegarle a un grupo de ultras, a un narco, o hacer correr a otras aficiones en sus propias ciudades es un mensaje para todo su mundillo. Es el aval de que es gente peligrosa. Es como decir, “Eh, hemos vuelto, somos los famosos Boixos Nois”, resume el policía experto en bandas de ultras.
Los Boixos vuelven a ser una realidad, aunque hayan tenido que cambiar de sede. Históricamente se han tenido su base de operaciones en el Bar Virginia, cerca del Camp Nou. Pero los dueños se jubilaron y lo traspasaron, así que se tuvieron que buscar otro cuartel general. El de ahora es el Bar La Jarra. Un establecimiento ubicado en la calle Arístides Mallol (muy cerca del campo) regentado por una mujer separada, que solamente abre los días de partido. Son muchos los vecinos que se han quejado por la presencia de los Boixos en las inmediaciones: “Se mean, encienden bengalas, destrozan cosas, hacen ruido”; le explicaban algunos testimonios a Super Hincha, una de las publicaciones digitales líderes en el mundo ultra. Hay numerosas quejas en día de partido. Hay vecinos que piensan en mudarse. Pero ahí siguen los Boixos.Mientras el Barça está viviendo una temporada aciaga en los terrenos de juegos, sus aficionados más radicales han vuelto a recomponerse, conformando el que, para muchos, es ahora mismo el grupo ultra más peligroso y violento de España. La masía del Vallès y la entrada de los Cachorros ha hecho que vuelvan a ser una amenaza real. Aunque ni su club ni Antiviolencia les dejen entrar en el campo, han vuelto. Los ‘Famosos Boixos Nois’, los del bulldog, que como reconocen ultras de uno y otro equipo, “están haciendo un temporadón”.
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