Que no. Que no se les había acabado el amor. Aquello de Rota ("Hijos de puta, que son unos hijos de puta, yo me mataba con ellos") pues que fue el típico ataque de cuernos que debe negociar toda pareja, especialmente las mejor avenidas como prueba irrefutable de un amor a hierro. Que mal no andaban José María del Nido (absténgase, por educación, quien todavía considere un consejo directivo en el Sevilla) y los Biris. Tal para cual, locura de amor. Si de algo ha servido este trecho que va del distanciamiento a la reconciliación ha sido para constatar cómo se querían, cómo se necesitaban, cómo se daban durante los 10 años para los que iba la relación. Lo contó el subdirector del Sevilla: "Les ayudábamos con las entradas, con un cuarto, con la tienda, con una subvención"... Lo contó el jefe de los Biris: "Entraba como un señor, iba al palco, el presi nos saludaba, y luego nos llamaba para que fuéramos a recibir a Reyes, o para que le asustáramos a algún periodista, y le cantábamos aquello de ¡presidente, presidente! que tanto le gustaba". Eso contaron. Y es que era evidente que algo tan bonito tenía que resistir aquel reventón veraniego, que al fin y al cabo no era nada que no hubiera pasado ya mil y una veces. Era evidente que ese amor tenía que reverdecer como lo hace ahora, en esta fase tan tan moña, pero tan preciosa, en plan mimitos, que si dilo tú primero, que si te echaba de menos, que si yo más, y no tonto, que yo requete. Que vamos a volver sí o sí, o sea.
Y qué momento mejor, en puertas del derbi, una vez evaporados los efectos estéticos de aquel mensaje tan grandilocuente: ¡oh, adalid de la lucha contra los violentos! El fútbol español debiera tomar buena nota de cómo emplear el látigo con los salvajes, todos los biris demonizados en el mismo saco, sin reparar en gastos, en el amor y en la guerra. Episodios como expedientar a un minusválido por blandir una pegatina crítica o impedir el acceso al estadio a una aficionada si no renunciaba al arma arrojadiza de su bufanda eran apenas daños colaterales amparados en la causa mayor. En estas circunstancias, es que casi resulta indecente mencionarlos.
Porque violentos, había tela de violentos. Sobre todo los cabecillas de la cosa, ésos cuyo poder emerge hoy más inflamado que nunca, tenedores al parecer del santo grial de la animación en el Sánchez Pizjuán. Tipos que aceptaron en los mismos términos y las mismas formas el desafío de Del Nido de matarse con ellos. He aquí una secuencia al azar de los modales que emplearon en la batalla, todos a la vista en internet. Si hay niños delante, que se tapen los oídos:
"Lopera con estudios, fascista que dejó medio muerto a un chaval en su juventud, calvo cabrón, a prisión, rata, Franco no ha muerto, corrupto, Hitler no es tan malo comparado contigo, el Sevilla no será tu cortijo, ni tu Marbella, hijo de la grandísima, ladrón, te vas de copas con la tarjeta de representación, alquilas uno de tus locales para un club de putas..." Y así podríamos estar hasta las tantas. A Del Nido, como consuelo, tal vez debiera quedarle que la vileza de las vilezas no le correspondió a él directamente, sino a su lugarteniente. "Me despierto y sonrío con la mejor noticia: ha muerto Vizcaíno. Para descubrir que no...". Quien había muerto era el padre, homónimo, del subdirector general del Sevilla.
Aquello lo retuiteó un cabecilla de los ultras. Luego lo borró. Igualmente ha desaparecido en los últimos días todo atisbo de crítica, no digamos ya de insultos, hacia Del Nido. El sábado trincaron al presi de copas de madrugada con Quique Pina, se supone que celebrando la derrota del Betis, y ni mú. Lo mismo lo que celebraba era esto, el amor, que todo lo cura. Y es que el propio presidente, el mismo que sentenció que "mientras viva no se dará un solo paso atrás con los violentos", parece haber hecho de tripas corazón. Por el bien del Sevilla, por supuesto. Que daba pavor imaginar un Sánchez Pizjuán en silencio durante el derbi. Los Biris lo planteaban de otro modo: "¿Te imaginas que los ultras del Betis se ponen a cantar 'Hoy jugamos en casa'? O mejor, '¡Del Nido quédate!'.
Uffff. Si es que dan escalofríos... Mejor no imaginarlo. Lo dicho, todo sea por el Sevilla. O mejor, todo sea por escindir del fútbol la violencia. Qué demonios, ¡todo sea por el amor!
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