A horas de jugar la revancha del superclásico contra Boca, en River Plate no puede pensar en otra cosa que la violencia barrabrava. La pelea de este martes 26 de noviembre adentro del Monumental fue un capítulo más en una feroz interna que no deja en paz al equipo de ‘La Banda Roja’. Todo este tiempo sonaron alarmas que nadie supo escuchar.
Desde la decisión de AFA de jugar sin público visitante, la Centenario alta en el estadio Monumental de River Plate, escenario habitual para los hinchas de otros clubes, se pobló de simpatizantes millonarios.
En julio de 2013, durante la despedida de Ariel Ortega, dieron la primera señal. Un grupo de cincuenta personas ingresó a la Centenario alta a los golpes, corrieron a los hinchas que estaban en el medio de ella y ocuparon ese lugar, cantando cómo si fuesen Los Borrachos del Tablón.
En noviembre de 2013, previo a las elecciones, su presencia se hizo más fuerte. Un grupo -no más de 30 personas- entraron a la popular con una bandera: "Nosotros somos la historia". Empezó siendo un grupo reducido, pero partido a partido fue creciendo. Se terminó de conformar el grupo "disidente", con hinchas que quedaron relegados en el reparto del poder.
Son integrantes de una vieja facción, "la Banda del Oeste" y los "Patovicas de Hurlingham". Hoy son liderados por "Pato Ariel", quien hasta el campeonato pasado militaba con Los Borrachos del Tablón, pero una pelea con el uno y el dos (Martín Araujo y Héctor Godoy, ayer agredido en el Monumental) lo hizo alejarse y unirse al otro bando.
En marzo de este año hicieron su primer gran aparición: con entradas, como cualquier otro hincha, ocuparon el centro de la popular visitante y cantaron contra la barrabrava "oficial", quienes al finalizar el partido buscaron cruzarse con este grupo, pero todo terminó con la policía separando ambos bandos.
En agosto de este año, la barra brava "disidente" tuvo otra muestra de poderío: en la semana robaron una bandera y contra Defensa y Justicia ingresaron a la cancha pese al gran operativo, con casi 1000 policías, similar al del superclásico. En septiembre, el primer cruce: la barra chocó con la policía.
Ese día, las dos facciones, al terminar el partido, se quedaron amenazándose unos a otros. Con todos estos antecedentes, sin haberlos podido parar cuando el grupo era realmente pequeño, en River decidieron jugar con visitantes pese a no tenerlos.
Para evitar cualquier cruce entre los barras, para ingresar a la Sívori alta (los Borrachos del Tablón), sólo se puede hacer por el puente Labruna. A la Centenario por Lidoro Quinteros, tal como hacían los visitantes al Monumental.
Los operativos en River se hicieron cada vez más intensos y las quejas de los hinchas "comunes" por el maltrato de la policía, moneda corriente en cada partido. Ausentes en el último superclásico, la barra brava disidente tuvo ayer, casi como un golpe comando, un nuevo round en una pelea que parece no terminar aquí. Las excusas dirigenciales son moneda corriente, pero 120 barras ingresaron ayer al club a buscar a un puñado de otros barras, que caminaban por los anillos del Monumental y se ejercitan en su gimnasio. Mientras, River se jugará mañana un partido trascendental, la vuelta de la Copa Sudamericana contra Boca, una revancha que espera hace 10 años. Para los violentos, las revanchas no se hacen esperar.
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