Dispuestos a posponer los reproches por la temporada vivida, cientos de mallorquinistas no quisieron perder la oportunidad de poner su granito de arena por la salvación del equipo.
Casi siete centenares de barralets hicieron suya la ciudad de Valladolid en pos de un objetivo común.A lo largo de la semana, empezando por el día siguiente a la derrota frente al Córdoba, ya se advirtió que el Mallorca no estaría ni mucho menos solo en el José Zorrilla. De hecho, el primer avión que se dispuso para desplazar a la afición apenas tardó en completarse, obligando al club en colaboración con Air Europa a programar vuelos adicionales. Por si fuera poco el puente aéreo que se tendió ayer entre la isla y Pucela, también un nutrido grupo de mallorquinistas dispersos por la península tomó la carretera para animar a su equipo. Así, por tierra y mar, invadió el mallorquinismo tierras castellanas.
El precio del viaje aéreo era razonable, apenas 100 euros. Sin embargo, el Mallorca se encargó de la compra y reparto de las cerca de 700 entradas para facilitarle las cosas a su propia afición.El primer vuelo fue madrugador.
Eran las 7 de la mañana cuando la avanzadilla de la expedición bermellona emprendió el vuelo. El destino era el aeropuerto de Valladolid, pero en último término, pretendía ser la salvación.Algunas horas tardarían en estar todos los aficionados rojinegros en Pucela, no en vano, todos los vuelos usaron el mismo avión, que volvió varias veces de vacío a la isla para la recogida de más refuerzos.En tierras vallisoletanas, los primeros que llegaron se dirigieron a los campos anexos al Estadio José Zorrilla.
Allí, el equipo que ejercita Fernando Vázquez realizó su último entrenamiento antes del partido en el que se jugaba la categoría. Como no podía ser de otra forma, los aficionados rojinegros mostraron su apoyo a los futbolistas en una conjura que buscaba la salvación final.
A lo largo del día, la deportividad reinó entre el grupo de mallorquinistas desplegados y la afición pucelana. De hecho, las federaciones de peñas de ambos equipos vivieron un acto de hermanamiento.Cuando apenas quedaba un par de horas para el partido los aficionados del Mallorca recibieron al autocar de su equipo, demostrando la confianza puesta en los suyos e impregnándoles de ánimos.
Sin duda, buena parte de la responsabilidad de la salvación final recae en la afición bermellona. La misma que no dejó de animar desde la grada del José Zorrilla, así como desde la isla, aún cuando el Mallorca perdía y estaba con los dos pies en Segunda División B.
Celebración en Palma
Si en Valladolid había 700 aficionados del Real Mallorca dejándose la piel y la garganta arengando al equipo, en Palma otros tantos hacían lo propio desde la distancia. El conjunto mallorquinista había puesto a disposición de los aficionados que no pudieran viajar para ver el partido en directo varias pantallas situadas en el exterior del Mallorcafé para poder seguir las evoluciones del encuentro que, a la larga, suponía la salvación del equipo mallorquinista y su continuidad durante una temporada más en la Segunda División A del fútbol español.
El club, consciente de que no todos iban a poder desplazarse hasta Valladolid, había decidido durante la semana poner a disposición esas pantallas para que los seguidores que lo deseasen pudiesen ver el partido junto a otros aficionados en el recinto en el que habitualmente suelen reunirse los aficionados antes de empezar los partidos que el Real Mallorca juega en casa.La noche, eso sí, no empezó del mejor modo posible. Los nervios del inicio del encuentro se convirtieron en tristeza momentánea e indignación cuando Juan Villar anotó el 1-0 para el Valladolid.
Como si de una historia macabra se tratase, los seguidores mallorquinistas presentes en el Mallorcafé veían con extrema preocupación como el partido se le ponía cuesta arriba al Mallorca y como la salvación parecía alejarse más de la cuenta para los de Fernando Vázquez.
Sin embargo, los dos goles de Brandon antes de finalizar el primer tiempo del encuentro traían la alegría al recinto mallorquinista y a medida que pasaban los minutos la tranquilidad era la nota predominante para unos aficionados que, al igual que los que lo hicieron en Valladolid, respondieron de nuevo a la llamada de auxilio del club mallorquinista. En el segundo tiempo hubo algo más de relajación por parte de los seguidores, relajación, eso sí, que se vio truncada, de modo positivo, cuando Córdoba primero y Girona después marcaron los goles que, combinados con el triunfo en Zorrilla, dejaban al Mallorca en la segunda categoría del fútbol nacional después de un año difícil, por lo negativo, de olvidar para el mallorquinismo.
La fiesta, por suerte, tuvo un final feliz y el pitido final supuso el estallido definitivo de alegría por parte de esos aficionados que ayer pudieron celebrar una permanencia pero que a buen seguro pedirán a Maheta Molango y a la nueva propiedad mallorquinista cambios urgentes para evitar que el año que viene vuelva a vivirse algo parecido a lo vivido en esta temporada.
Con el encuentro de ayer se pone punto y final a una temporada en la que el Real Mallorca le ha dado infinidad de disgustos a una afición que, siendo este año un año tremendamente especial por ser el del centenario mallorquinista, ha respondido en otra infinidad de momentos al grito de auxilio del equipo aunque también, como no podía ser de otra manera, le ha reprochado a la plantilla mallorquinista los malos momentos protagonizados en este curso.Aunque no fueron en masa, algunos aficionados si decidieron acercarse a la plaza Joan Carles I, la plaza de las tortugas, centro de celebraciones de los éxitos mallorquinistas, para celebrar que su equipo se había mantenido en segunda y podía pensar ya en el curso que viene.
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