Los péplum, un subgénero del cine, eran aquellas películas de romanos repletas de gente en manifestación. En cada plano abierto, asomaba un gentío. Miles de extras a precio de bocadillo y una propina para hacer de relleno, de turba, de plebe, para que fueran parte del decorado, entrañables filmes en los que sobresalía el cartón piedra para simular construcciones pétreas y cientos de personas anónimas para completar el cartel con estrellas de la época. Samuel Bronston, famoso productor, fue uno de los principales ideólogos de esas películas en las que la muchedumbre era parte del paisaje, un trozo de la trama. Con tanta gente que había circulando, de cuando en cuando, se colaba algún que otro reloj de pulsera o unos pantalones vaqueros. Bronston eligió Las Rozas como centro de operaciones de esas superproducciones por abaratar los costes. El productor rodó en España una seria de filmes barnizados con épica y miles de figurantes. Rey de Reyes, 55 días en Pekín, El Cid o La caída del imperio romano.
La Liga, rebautizada con esa nomenclatura por eso de la modernidad y las redes sociales, también dispone de un rey de reyes, que piensa en el fútbol español que se ve en China, que cabalga como el Cid y que quiere evitar la caída de su imperio. Se llama Javier Tebas, presidente de la Liga de Fútbol Profesional. La última ocurrencia de Tebas no es un estreno hollywoodiense, pero tiene que ver con lo que aparece en pantalla. Tebas quiere que en las imágenes de televisión se asome gente, miles de personas, estadios repletos, aunque fuera de plano la realidad sea distinta. LaLiga, el organismo conformado por los clubes de Primera y Segunda División, tiene la intención de multar económicamente a los clubes que no den bien en cámara. Tebas demanda telegenia. Si la cámara ofrece huecos en los asientos de los estadios durante las retransmisiones, el club que acoja el partido será castigado económicamente. La multa para las entidades será de entre 5.000 y 6.000 euros, siempre que la asamblea apruebe la propuesta, que posee tintes surrealistas. “Desde el año que viene habrá sanción económica para el club que no tenga el tiro de cámara lleno”, afirmó con contundencia Javier Tebas. Desde el ente que articula la competición doméstica se pretende lanzar la imagen de que la liga goza de muy buena salud y una notable asistencia a los estadios.
La norma, impulsada por la Liga, busca amplificar el impacto de la competición presionando a los clubes para que estos se vean forzados a abaratar el coste de las entradas y con ello llenar las gradas o al menos mejorar su asistencia en los lugares en los que enfocan las cámaras, la gran preocupación de Tebas. Pónganme gente, gente y más gente. Se trata de una política de relleno, de transmitir la idea de que lo que se ve en la pantalla es la realidad, si bien en la pasada campaña, la ocupación de los estadios estuvo por debajo del 70% (68,69) a pesar de un repunte de un 3,22%, según lo datos ofrecidos por el propio ente futbolístico. Las cifras aportadas por la Liga dicen que 423.625 espectadores más se sumaron al fútbol durante el pasado curso para un cómputo total de 13.588.636 asistentes a los estadios de fútbol.
Mediante esta medida, Javier Tebas sueña con equiparar la asistencia de los campos de fútbol españoles a los de la Premier League, el gran referente del fútbol como modelo de negocio, donde los estadios presentan siempre un insuperable aspecto, con las gradas abarrotadas y las televisiones pagando fortunas por los derechos de retransmisión. La Bundesliga también aglutina una media mayor de espectadores que la liga, que emparenta más con el modelo del fútbol italiano. La Serie A se ató al negocio televisivo y olvidó a los aficionados, muchos de ellos espantados por la violencia en los graderíos. El público es, al parecer, secundario para Tebas, feliz con el dinero televisivo que se reparten los clubes, el maná que sostiene la arquitectura de la competición. En España el molde emparenta peligrosamente con el italiano y de ahí que en más de un estadio la asistencia al estadio resulte desalentadora. En el Coliseum Alfonso Pérez Muñoz, el estadio del Getafe, era habitual observar que solamente la mitad del aforo acudía al campo. Los horarios, en numerosas ocasiones demenciales, que alejan a muchos del fútbol, el precio de las entradas o el calendario, que baila de fechas, son elementos disuasorios para los aficionados, si bien Javier Tebas defiende que los horarios son ideales.
El presidente de la Liga quiere hacer palanca con el precio de las entradas, una potestad exclusiva de los clubes. Un billete para asistir a un partido en España se cotiza a una media de 70 euros, según los datos aportados por Goeuro y Onefootball. Únicamente el fútbol inglés, con los estadios llenos hasta la bandera, es más caro, con un precio medio de 74 euros. La Seria A italiana cotiza a la par de la española. 69 euros es el dinero que se debe abonar por hacerse con un ticket. En Alemania, con unos estadios rebosantes de público y una ocupación media del 90%, más de 20 puntos por encima de la española, una entrada se cotiza a 31 euros, menos de la mitad del precio que cuesta en España. Asistir al fútbol en Francia cuesta 37 euros de media, mientras que en Portugal el precio medio de una entrada es de 32 euros. El precio por ver el fútbol en España queda retratado al conocer el salario medio anual de diversos países. En el Reino Unido es de 49.621, en Alemania alcanza los 47.042, en Francia es de 37.792, en Italia es 30.710 y en España la media se sitúa en 26.259 euros según datosmacro.com.
No hay comentarios:
Publicar un comentario