Lunes 6 de mayo. Estadio Ramón de Carranza. El Cádiz recibe al Málaga en partido de liga. La emoción deportiva está servida. Ambos equipos están obligados a ganar. Eso, sobre el terreno de juego. Fuera, parece que puede haber otro lance pendiente. El encuentro ha sido declarado de alto riesgo. Los hinchas radicales de ambos clubes se tienen ganas. Hace unas semanas cuando los cadistas jugaron contra el Zaragoza, los Brigadas y un grupo de ultras malacitanos del Frente Bokeron, que viajaron a la capital gaditana para apoyar a los maños, se enfrentaron en el Paseo Marítimo. Hubo insultos, lanzamiento de botellas, piedras, sillas, mesas por el aire y carreras delante de la Policía. Se espera que esta historia tenga un nuevo capítulo.
Un centenar de agentes está en alerta, preparados para evitar o controlar cualquier posible enfrentamiento de las hinchadas. El dispositivo de la Policía Nacional para este encuentro es especial. El engranaje que lo conforma es espectacular. Cada pieza está en su lugar y se van moviendo según la experiencia y el conocimiento que manejan sobre orden público.
La tensión es evidente, incluso necesaria. Sin embargo todo lo que se hace se piensa antes. La base es la prevención del riesgo. El control de la situación. La improvisación solo cabe si hay que tomar decisiones de última hora porque haya algún altercado que precise de ello. Y si llega ese momento la puesta en acción debe de seguir también un protocolo ya conocido de sobra. Las líneas, las posiciones, si hay carga o no, todo forma parte de un mismo mecanismo con un mismo objetivo: evitar problemas innecesarios.
El encuentro comienza a las nueve de la noche pero desde primera hora de la tarde los policías que forman parte de este dispositivo están ya en sus puestos. Los momentos previos y los finales son determinantes. Desde hace días se ha venido estudiando la situación para saber cómo y de qué forma actuar. Hay que tener en cuenta que está en juego la seguridad no solo de los que (por voluntad propia) puedan tener la intención de meterse en líos sino también de todos los aficionados que aman el deporte y a su equipo sin más y de toda la ciudad. Miles de personas.
Sobre las seis y media llega el primer aviso. Incidentes en La Laguna. Medio centenar de ultras del Málaga han decidido ir a hacer una 'visita' a los Brigadas al lugar donde estos se concentran antes de cada partido. Agentes de la Unidad de Prevención y Reacción (UPR) de Cádiz acuden al lugar rápidamente. El cruce entre estos dos secciones radicales puede ser funesto. Las provocaciones, los cánticos en contra de unos y otros, los insultos, son continuos.
Empiezan los primeros roces y carreras pero la intervención policial es determinante. Logran separarlos, contener a tiempo a los malacitanos, y 'embolsarlos' (llevarlos en grupo y escoltados) hasta el estadio a un lugar ya controlado y seguro. Les acompañan policías de caballería, trasladados desde Sevilla para partidos de esta índole y expertos también en contención de masas. Un helicóptero y la unidad de radiopatrullas y motos vigilan por su parte cualquier otro movimiento. El puzzle tiene que encajar perfectamente. Dos de estos radicales del Málaga que han participado en los incidentes son interceptados y trasladados hasta Comisaría a efectos de ser identificados. Se les propondrá para interponerles una sanción administrativa por haber vulnerado la Ley del Deporte. Las multas de Antiviolencia por este tipo de hechos suelen ser altas. Aquí se pagan caras las consecuencias.
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