Alrededor de medio millar de aficionados del Celta vivieron ayer una situación peculiar. Desde la grada de San Mamés tuvieron que ser testigos de un partido nefasto y, como en tantos otros desplazamientos en los que la mayoría de los presentes probablemente habían estado también, el partido terminó en derrota. Sin embargo, acabaron festejando y eufóricos, pero por lo que había sucedido en otro campo. Porque recorrieron 600 kilómetros, pero la alegría llegó desde 700 más lejos.
La jornada, sin embargo, había comenzado mucho antes. Porque algunos aficionados habían llegado ya el sábado a Bilbao y la primera quedada con la peña celtista local y que ejercía de anfitriona, Zeru Urdin, tuvo lugar ya esa noche, en medio de cánticos y un ambiente festivo compartido con la afición vizcaína.
Para muchos otros, entre ellos de nuevo la madre de Iago Aspas, María Juncal, la jornada de domingo comenzó muy temprano, levantándose de madrugada para coger uno de los autobuses gratuitos que el club habían puesto a disposición de los abonados y que tenían prevista su salida del municipal vigués a las 6.30.A esas horas, algunos aficionados comentaban en Twitter cómo les emocionaba ver a gente mayor apuntándose a la batalla de San Mamés. Al mismo, tiempo, otros mostraban en redes su periplo en coches particulares y alguno incluso en avión. Todos con un mismo destino y con un objetivo que, aunque no de la manera esperada, se iba a ver prácticamente cumplido.
En Bilbao durante toda la jornada la afición celeste se dejó notar. Hubo apoyo al equipo en el hotel, así como a su llegada al estadio de San Mamés, y no faltaron los cánticos de siempre y la fiesta rachada. Los rostros más serios, si acaso, llegaron con el partido en marcha. A medida que empezaban a encajar goles y los resultados de los otros campos tampoco favorecían los intereses de una hinchada que lo había puesto todo de su parte.La remontada del Levante ante el Girona allanaba el camino de una forma prácticamente definitiva y lo sabían los aficionados desplazados, que protagonizaron una celebración atípica a la espera de certificar la buena noticia en Balaídos el sábado.
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