La crisis que vive el Cordobesismo ha obligado a Carlos González a tomar cartas en el asunto. El presidente, asiduo a los entrenamientos de Esnáider, ha vuelto a dejarse ver sobre el césped de El Arcángel. Al término de una extraña sesión preparatoria, el mandatario califal se ha reunido con el técnico. Por último, ha llamado a Polini, líder de Brigadas, con quien ya se había entrevistado minutos antes, para que el representante de este sector de animación traslade su apoyo a Alberto García y, a través del capitán, al resto de la plantilla.
Pasaban las cinco de la tarde en la ribera del Guadalquivir. El sol no daba tregua en El Arenal y en los aledaños del estadio comenzaban a aparcar los futbolistas blanquiverdes, que entraban serios al estadio. En menos de media hora estaba previsto el inicio del primer entrenamiento de la semana. Las caras de los jugadores reflejaban el estado de la moral de la plantilla. El vestuario se cerró a cal y canto mientras casi un centenar de aficionados iban ocupando sus localidades en la tribuna. Los últimos en entrar, los ultras de Fondo Sur. Varios empleados del club, incluido el nuevo delegado de campo, Sergio García, estaban alerta. Las ofensas y las pegatinas anti-directiva en el palco, principales objetos de preocupación.
A todo esto, la grada comenzaba a especular con la charla que debía estar manteniendo Esnáider con sus hombres. Pasaba ya media hora sobre el horario previsto. Quizás la elevada temperatura o simplemente la intención del cuadro técnico de trabajar el apartado físico provocó que el equipo comenzase a ejercitarse en el gimnasio y en las pistas situadas en el interior del recinto, bajo el graderío. También, por supuesto, fue ganando fuerza la teoría de que el entrenador quisiese proteger de la posible crítica a sus jugadores.
Lo cierto es que el conjunto que dirige el argentino no saltó al campo hasta pasadas las 18:30. Antes, Carlos González y otros miembros de la cúpula cordobesista se reunían en privado con Polini, a quien pidieron el apoyo de Brigadas para el equipo, al menos, durante los 90 minutos que duran los encuentros. En el seno de la entidad sigue vivo el discurso de que "el play-off es posible", aunque el margen de error ahora es ínfimo y será necesario el aliento de toda la parroquia califal.
Hay que revertir la situación. El aire destila un aroma a pesimismo y a tensión. Los protagonistas y, en última instancia, principales responsables de enderezar el rumbo son los de corto. Saltaron al campo casi sin hacer ruido, tratando de concentrarse. También se hizo el silencio en la grada. Muchos se guardaron la primera piedra. No habían terminado de aparecer todos los futbolistas en escena cuando alguien lanzó una recriminación. Los nervios están a flor de piel y el jugador contra el que iba dirigida respondió. Rennella pedía cabeza a su compañero, que abandonó la riña dialéctica para ponerse a las órdenes de Esaú Sánchez.
Tocaba culminar con varias vueltas al campo una de las sesiones de entrenamiento más duras, en el aspecto psicológico, de la carrera profesional de la mayoría del plantel cordobesista. Alberto García -junto a Fuentes, el único que recibió aplausos- departió sobre el asunto con el presidente y con Polini, que bajó al terreno de juego para exigir el máximo compromiso a cada uno de los miembros del vestuario y trasladar al portero, uno de los capitanes, que los Ultras respaldarán al equipo si ven entrega por parte de los futbolistas.
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