Javier Tebas es un personaje único e irrepetible, pero sobre todo defenestrable por cómo actúa y gobierna al frente de la patronal de los clubs profesionales.
Aunque el Barça lo tenga que soportar en el complicado tablero del fútbol español cuesta encontrarle su lado bueno. El jueves pasado, sin ir más lejos, analizó en los siguientes términos la multa de la UEFA al Barça por la presencia de ‘estelades’ en la final de Berlín: “Hay unas normas que el Barça no cumplió y por eso lo han sancionado. En España no hay ninguna ley que castigue este mismo hecho, pero si la hubiera estaría de acuerdo en castigar al Barça por permitir esas banderas”.
Más allá de la Constitución
Javier Tebas se sitúa pues en un peligroso estadio, pese al cargo de presidente de la LFP y ser abogado, en el que considera inadmisible que la Constitución ampare a los ciudadanos de todo el Estado a exhibir y hacer ondear las banderas y signos cualesquiera siempre y cuando no promuevan o den soporte a la violencia o incumplan la normativa en materia de incitación o fomento de comportamientos violentos o terroristas, racistas, xenófobos e intolerantes, etcétera. Tebas se saltaría todos los decretos y aplicaría hoy contra el Barça la antigua ley franquista de peligrosidad social mientras lleva años tolerando banderas nazis, símbolos fascistas y gritos manifiestamente racistas, xenófobos y vejatorios contra jugadores y aficionados del Barça, además de contra la propia institución azulgrana en lo estadios. A su LFP le crecieron gradas como la de los Ultras Sur, Frente Atlético y Riazor Blues precisamente por acunar peligrosos y desafiantes núcleos de seguidores radicales y de violencia.
Misión y valores
Perseguir ‘estelades’ no forma parte, en absoluto, de sus competencias al frente de la LFP. Debería preocuparse más por el escandaloso fanatismo arbitral a favor de un determinado club, las malas condiciones de césped que los entrenadores provocan para jugar contra el Barça o el despropósito de su calendario, corregido dos veces ya, una por el CSD y otra por la RFEF y la AFE.
La reacción de Tebas explica que alguien provocara la extraña denuncia a la UEFA desde Ucrania en base a la cual al Barça lo han sancionado con 30.000 euros de multa. El sentido común y los propios hechos, la realidad en definitiva, evidencia que el Barça como institución no ha promovido que sus aficionados se lleven al fútbol una bandera u otra.
Políticamente, sin embargo, sí existe en torno al club azulgrana un cinturón de personajes y entidades muy interesadas en que el Barça, por su trascendencia y popularidad, protagonice algún tipo de conflicto o debate de cariz independentista antes del 27-S.
Ya hubo que lamentar durante la reciente campaña electoral a la presidencia del club que miembros destacados de Òmniun Cultural y de la ANC intentaran provocar una fusión Laporta-Benedito en una candidatura ‘por el sí’. A cambio de poner al Barça en cabeza del movimiento soberanista ambas instituciones habrían pedido el voto para ellos entre sus miles de afiliados. No funcionó, pero según se mire a los del ‘sí’ y a los del ‘no’, sea política o deportivamente, les habría interesado que por orden de la UEFA las ‘estelades’ hubieran sido prohibidas en el Camp Nou. Ese es el gran riesgo ahora, verse implicado en un conflicto de esta naturaleza. Por eso el club está en alerta institucional máxima. Hacer callar a la UEFA con dinero ha sido una fórmula sensata y eficaz de evitar el ruido, lo mismo que no responder a determinadas provocaciones como la de Tebas. Que habrá más.
Están y no están
El Barça se sabe objeto de deseo electoralista y no puede evitar que, por ejemplo, el propio Artur Mas, presidente de la Generalitat y socio del club, acapare un gran protagonismo cuando se pita al himno y al rey en el Camp Nou. Artur Mas quien, por cierto, nunca ha denunciado el atropello sufrido por el club en el caso Neymar. Bueno, ni él ni nadie del deporte catalán, los habituales del palco del Camp Nou, han dado la cara por el Barça a la hora de la verdad ni tampoco Mas estuvo con el equipo en Tiflis con motivo de la última Supercopa de Europa. Allí no había tanto ambiente.
En el fondo, el Barça está hoy más solo e indefenso que nunca frente a las tormentas políticas, mediáticas y de poder que se desatan a su alrededor. El Barça sabe muy bien lo que cuesta ser independiente.
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