Bochorno e indignación en el Celta después de que un grupo de unos 30 ultras radicales provocasen un altercado de orden público en el triangular de Vila do Conde en la tarde noche del sábado. Una decena de ellos, algunos abonados del club, han sido identificada por la GNR (la policía portuguesa) y una de las medidas más probables será su expulsión como socios.
Los sucesos comenzaron en el primer partido de los dos que disputó el Celta en el triangular. Con entrada libre en el recinto de Vila do Conde, se dieron cita medio millar de aficionados del conjunto vigués, entre ellos una treintena de ultras radicales que se ubicaron en el sector habilitado para el equipo visitante pero al margen del resto de los aficionados desplazados desde Galicia. Durante el primer tiempo estuvieron entonando una serie de cánticos y a continuación comenzaron a intimidar, e incluso agredir, a aficionados del Paços de Ferreira, conjunto con el que había rivalizado el Celta en la cancha en el primer partido.
A renglón seguido se sucedieron las carreras en el exterior del estadio y cuando comenzó el segundo partido ante el Rio Ave, los radicales intentaron entrar por una grada diferente. Lo hicieron lanzando dos bengalas. Una de ellas impactó en un brazo de un vigilante del seguridad, al que le quemó la mano. En ese momentos muchos aficionados, que habían acudido al partido con sus familias optaron por abandonar la grada para buscar refugio en el terreno de juego.
Acto seguido la policía lusa procedió a la identificación de una decena de los provocadores del tumulto, alguno de ellos abonados en la actualidad del conjunto vigués.
El suceso ha sentado de la peor manera en el Celta, que en la misma noche de autos ya pidió disculpas a los organizadores del triangular y a los responsables de seguridad del partido. Fue Carlos Mouriño, el presidente, que estaba siguiendo el partido en directo, uno de los primeros en interesarse por la situación y mostrar su indignación con lo que había sucedido en un partido sin ningún tipo de incidente más allá de los provocados por los aficionados radicales desplazados desde Vigo, que desde un primer momento fueron señalados como responsables por la prensa lusa.
Una de las primeras medidas a tomar apunta a la expulsión del número reducido de abonados que se vio envuelto en los sucesos, una cuestión de obligado cumplimiento si el Celta quiere mantener la etiqueta de modélico en todos los órdenes deportivos. En reiteradas ocasiones el propio Mouriño Atanes ha hablado de la tolerancia cero con los radicales en el mundo del fútbol y los sucesos del estadio de Vila do Conde parecen un cultivo ideal para que la dirección celeste pase a la acción en este asunto.
Paradójicamente, el Celta no ha tenido altercados a lo largo de la temporada en su estadio y en la propia Liga y le ha tocado protagonizar un espectáculo sonrojante en un amistoso.
Alguno de los identificados son abonados del club, que pueden pagar con la expulsión
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