‘Mañana en la batalla piensa en mí’, escribió Javier Marías en una novela sublime. Hoy, en el Cerro del Moro, pensaban en la batalla de ayer. Lunes de corrillo y cristales rotos. La piel aún de gallina, “mira”, dice un chaval mientras señala su brazo. En cada esquina se repiten comentarios y recuerdos de la tarde anterior. Sobrecogido el barrio. En alerta, como cualquier fortaleza un día después del ataque.
En la calle Sor Cristina López García, junto a la puerta de un ultramarino, charla a viva voz un grupo de edades heterogéneas. Imposible descifrar los años en los rostros castigados de los más jóvenes, o en el comportamiento adolescente de los mayores. Mezclan teorías y porqués, pero coinciden en los hechos y las horas.
Sobre las tres y media de la tarde se detuvieron unos cuatro coches al principio de la calle donde ellos ahora hablan. “Antes un Golf blanco con cuatro tíos dentro había merodeado por aquí. Yo creí que eran policías de paisano que buscaban algo”. Se bajaron 15 ó 20 personas encapuchados, con palos, piedras, bolas con pinchos y catanas. “¿Catanas? Sí. Catanas. Unas cuantas”.
“Parecía una batalla de la Edad Media. Como en las películas. Corrían en tromba”. Por suerte, a esa hora, había poca gente en el Cerro del Moro. “Yo me encontraba en la playa. Yo dormido, me despertó el ruido”. Uno de los jóvenes que sí estaba junto a dos más en la esquina de esa calle recuerda que salió corriendo. “Llego a quedarme y nos matan”.
“Dicen que golpearon a un niño”, afirma uno. “Menos mal que mi hija no estaba jugando”, suspira otro. Destrozaron vehículos, motos, patearon establecimientos… “Una batalla”. Hubo llamadas de teléfonos entre los vecinos del barrio. Asustados, se preguntaban qué pasaba. “Yo ni sabía que jugaba el Jerez ahí, en el Irigoyen”. “Yo tampoco. Es más me dijeron que contra el Cádiz Cádiz. Y me extrañó que fuese aquí. No tiene sentido”.
Luego, huyeron. Se reagruparon las personas que se vieron sorprendidas. Además, llegó la Policía. “El que sale en el vídeo es conocido“. Un tal “mole”, de Jerez, que aparece medio desnudo, asfixiado, ayudado por sus compañeros e introduciéndose en un turismo que huye de la zona. “¿Quién le pegó?” Nadie responde a esa pregunta. Sólo saben que el jerezano también estuvo implicado en los enfrentamientos de Chiclana el pasado mes de abril.
“Llegó medio inconsciente al coche, es el más lento. Siempre se queda rezagado y se lleva todos los palos”, explica un testigo de ayer. “Yo no tuve nada que ver, eh”, aclara. Igual se desmayó del esfuerzo, o le tiraron algo de una ventana. Teorizan sobre el suceso. La Policía les comentó que deberían haber plantado cara. “Encima nos dicen eso”. Ellos están exento de cualquier culpa. “Pero cómo nos peleamos. Venían preparados y yo estaba así. Sin nada. Además para qué. Si aquí lo que menos queremos son problemas”.
Aseguran los vecinos que volverán. “Seguro. Buscaban a las Brigadas o a alguien. Si no, para qué paran aquí”. Una calle más atrás, en Grazalema, aún permanece aparcado un vehículo con los cristales rotos. Junto al estacionamiento de motos, en el suelo, se amontonas varias piedras. Y a escasos metros de ahí, a la altura del portal número dos, un mensaje en el suelo. “No más desahucios. Despierta y lucha”, restos de otra batalla más noble. Una lucha justificada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario