Los altercados del pasado domingo en el partido que enfrentó a Panathinaikos y Olympiacos pueden marcar un antes y un después en la historia del fútbol griego. Tres días después del esperpento, Stavros Konodís, ministro adjunto de deportes, confirmó que la liga griega será suspendida indefinidamente para poner en marcha una serie de medidas con el objetivo de acabar con la violencia en los estadios.
Kondonís confirmó que se supenden todos los campeonatos profesionales y semiprofesionales de primera, segunda y tercera división. Las primeras medidas que propone Kondonís son la utilización de una entrada electrónica, que permite conocer la identidad del comprador y su ubicación en el estadio, la eliminación de las peñas de los clubes y la colocación de cámaras de seguridad en los campos.
Los hechos que se produjeron el pasado domingo han sonrojado al país. Panathinaikos y Olympiakos se median en el Apostolos Nikolaidis y los aficiondos del conjunto local tenían claro como anotar el primer tanto del partido. Cuando los jugadores del último conjunto de Míchel saltaron al campo, los ultras del Panathinaikos saltaron al campo para perseguir y lanzar objetos a los jugadores del Olympiakos y a su técnico Víctor Pereira. Estos salieron a la carrera y enfocaron el túnel de vestuarios ante la lluvia de bengalas y objetos. Así, ante estos lamentables incidentes, el árbitro tuvo que retrasar durante media hora el comienzo de un partido que acabó con victoria local (2-1).
Los incidentes volvieron a la conclusión del partido cuando el Chori Domínguez anotó el tanto de lah honra para los vistiantes. Tras el gol, el árbirio pito el final y las bengalas volvieron a irrumpir sobre el césped así como otros objetos, incluidas sillas. Los jugadores abandonaron rápidamente el terreno de juego mientras la policía intentaba aplacar el ánimo de los seguidores con el lanzamiento, incluso, de gases lacrimógenos para disuadir la situación.
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