La visita del Standard de Lieja a Vigo deja un largo parte de incidentes protagonizados por sus aficionados: agresiones, peleas, rotura de mobiliario urbano, detenidos y heridos. Las fuerzas del orden estaban advertidas de la peligrosidad de algunos elementos y actuaron con prontitud. A la conclusión del encuentro los seguidores belgas se desperdigaron, en dirección a sus diferentes zonas de alojamiento: Sanxenxo, Oporto o Baiona, además de la ciudad olívica.
Al final, los seguidores helenos, pese a su fama, han sido los de mejor comportamiento. Cierto que apenas viajaron 200. Ya hubo problemas con seguidores del Ajax. La UEFA y las autoridades holandesas no habían advertido la presencia de grupos problemáticos. De la hinchada del Standard sí se conocían los riegos. Casi 700 personas trabajaron en el dispositivo de seguridad. Se manejaban datos de aeropuertos de llegada y hoteles. Las entradas se habían vendido de forma nominal. En las puertas se revisaron pasaportes y se efectuaron cacheos para impedir la introducción de bengalas. El Celta había recomendado a la UEFA la utilización del lateral de Río colindante con Gol para ubicar a los visitantes, tras la negativa experiencia de Fondo ante el Ajax.
Pero ninguna medida de prevención pudo impedir que hubiese incidentes. Habían comenzado la noche anterior al encuentro. Una mujer, en el Casco Vello, y un mendigo fueron agredidos. Al mediodía, quince aficionados liejenses intentaron irse de un restaurante sin pagar tras haber comido de forma copiosa. Agentes de policía los tuvieron retenidos hasta que abonaron la cuenta.
Ya en las horas previas al encuentro, camino del estadio, se rompieron las lunas y escaparates de varios establecimientos comerciales. Los seguidores del Standard, tanto los emplazados en Río Alto como los de Río Bajo, tenían que emplear la puerta número 20 y hubo una avalancha para forzar la entrada. La policía tuvo que actuar.
Durante el partido se produjo una pelea en Río Alto, entre distintos grupos de radicales liejenses, que implicó a un centenar de personas. Dos tuvieron que ser trasladadas a un hospital para ser examinadas y seis fueron atendidas en el propio estadio.
En la relación entre aficiones, el ambiente se crispó cuando empató el Standard. Los belgas, entre su catálogo, entonaron un "puta Vigo, puta Vigo" que provocó algún intercambio de insultos y gestos en el territorio limítrofe.
No hubo ningún otro tipo de acontecimiento que implicase a seguidores locales, cuyo comportamiento se valora como excelente por parte de los responsables del dispositivo. Los sucesos protagonizados por belgas, por contra, arrojaron un balance legal de tres detenidos: uno por derribar un semáforo, otro por agredir a un policía y el último por un botellazo.
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