El Sambódromo de Río de Janeiro recuperó hoy su aspecto habitual después de que las autoridades desalojaran a cientos de aficionados, en su gran mayoría argentinos, que estaban acampados allí, con permiso del Ayuntamiento, para disfrutar del Mundial de fútbol Brasil 2014 en esta ciudad.
Lo mismo ha ocurrido en el "Terreirão do Samba", un espacio de espectáculos al aire libre anexo al Sambódromo y que era ocupado por todo tipo de vehículos, desde motos hasta autocaravanas, y centenares de tiendas de campaña.
El desalojo se ha llevado a cabo sin incidente alguno. Unidades de la Guardia Municipal, equipadas con material antidisturbios, han presenciado, más que otra cosa, una operación cuya parte activa la han llevado a cabo los equipos de limpieza que, armados con escobas, cubos, mangueras, un camión contenedor y otro cisterna, aceleraron la salida de los acampados desde bien temprano.
Para Pablo, un joven argentino, el desalojo es injusto porque "tengo mi pasaje de vuelta para mañana y al echarme de aquí me veo obligado a dormir hoy en la playa, con el peligro que eso tiene de que me roben y me dejen sin plata ni documentos, como ya le ha pasado a muchos".
Los hurtos de documentos a turistas se ha convertido en un desafío para el consulado argentino en Río. El cónsul, Carlos Sánchez Vargas, dijo a Efe que en los últimos días unas 150 personas han reclamado ayuda consular por haber perdido sus pertenencias.
"Lo primero que hacemos es documentarlos y, lo segundo, intentar ofrecerles la mejor forma de retorno a Argentina. Básicamente los llevamos en autobús hasta Foz do Iguaçu, en la frontera, para que la crucen a pie y, ya en el lado argentino, puedan solucionar sus problemas", relató.
El cónsul reconoce que nunca se habían visto en una situación semejante. "Ni durante la Jornada Mundial de la Juventud, a la que vinieron unos 40.000 jóvenes argentinos a Río de Janeiro para acompañar al papa Francisco, hemos tenido tantas demandas", dijo.
Sánchez Vargas admite que la situación es compleja y que muchos argentinos padecen problemas muy serios, por lo que el consulado "está abierto y trabajando desde primera hora de la mañana hasta la medianoche, porque a esto hay que sumar las personas que ahora mismo están hospitalizadas o detenidas por incidentes relacionados con el Mundial, y a los que también hay que asistir".
Además de los que han perdido sus documentos, el consulado ha tenido que atender a los que alegan que fueron robados y que no tienen dinero ni para regresar a Argentina ni para quedarse en Río.
Sentado en el suelo del oscuro pasillo que da acceso a la sede del consulado en Río, Matías Carrillo, argentino de Río Negro, en la Patagonia, nos dice estar desesperado. "Se nos averió el coche y no nos queda dinero en metálico para costear su reparación; lo tenemos en las tarjetas de crédito pero no nos permiten sacarlo, así que he venido a ver si nos pueden ayudar porque ya queremos volver y son muchos kilómetros por delante", relató.
Algunos de los que abandonaron el Sambódromo y el Terreirão do Samba no tienen entre sus planes regresar pronto a sus casas. Es el caso de Franco, para quien Río y el Mundial fueron una escala de su gran viaje de un año y medio desde Argentina hasta Alaska. "Ha sido gratificante ver a tantos paisanos que viajaron hasta Río con lo que tenían, sin importarles otra cosa que el fútbol", afirma.
Otro argentino, Juan Rubén, al volante de su viejo "Dyane 6", explica que le esperan tres mil y pico de kilómetros hasta su casa y que, a pesar de la tristeza por haber perdido la final contra Alemania, se va "agradecido por la enorme solidaridad que le ha deparado el pueblo brasileño, que demuestra la gran hermandad que existe entre los pueblos latinoamericanos".
Marlon Reyes, un joven colombiano que llegó a Río montado en su pequeña motocicleta y ahora prepara el regreso, calcula "que serán 20 días, o más, de viaje de regreso porque la moto es pequeña y, como no puedo ir deprisa, aprovecho para parar mucho y conocer nuevas gentes y lugares".
Los colombianos, según el órgano municipal de turismo, han sido el tercer colectivo más numeroso en la ciudad durante el Mundial, por detrás de chilenos (45.000 viajeros) y argentinos (77.000).
Pese a ese elevado número, un estudio realizado por empresarios reveló que los argentinos, junto a los españoles, fueron los turistas que menos dinero gastaron con tarjetas de crédito en Río de Janeiro durante el Mundial, con una media de 58 dólares por compra electrónica, lejos de los 204 dólares de los holandeses
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