La derrota por 7-1 de Brasil ante Alemania en el partido de las semifinales del Mundial desató una ola de violencia en el país suramericano que se extendió por varias ciudades y que incluyó quema de autobuses, peleas generalizadas y protestas, informaron los cuerpos de policía de los diferentes estados.
En Belo Horizonte (estado de Minas Gerais), ciudad donde se disputó el partido, se registraron el mayor número de incidentes que se iniciaron cuando el encuentro todavía estaba en marcha.
En el interior del recinto, un hincha alemán recibió un puñetazo en el oído cuando celebraba uno de los goles de su selección y los servicios médicos del estadio confirmaron que perdió la audición, si bien enviaron al aficionado a un hospital de la ciudad para determinar si el perjuicio es temporal o definitivo.
Las peleas y situaciones de tensión se multiplicaron durante los 90 minutos y terminaron con un número no determinado de aficionados brasileños expulsados del estadio, si bien la policía no hizo ninguna detención.
Al finalizar los 90 minutos reglamentarios, la violencia se trasladó a la zona donde tradicionalmente se reúnen los aficionados locales, que fue escenario de peleas y enfrentamientos con la policía, especialmente cuando los agentes quisieron desalojar el espacio tras la hora establecida para ello.
La policía militarizada del estado de Minas Gerais confirmó 17 arrestos, la mayoría de ellos por delitos menores.
En Sao Paulo, la ciudad más populosa de Brasil, al menos 20 autobuses fueron quemados por aficionados indignados por la derrota de su equipo.
Asimismo, una tienda fue saqueada y se registraron peleas por toda la ciudad y una persona resultó gravemente herida tras recibir un botellazo en el barrio de Vila Madalena, donde habitualmente se reúnen los aficionados para ver el fútbol, según informaron fuentes sanitarias de la ciudad.
En Curitiba, capital del estado de Paraná, los autobuses también fueron blanco de la ira de los aficionados que apedrearon, al menos, quince vehículos colectivos e intentaron quemar cinco de ellos.
En la Plaza de España de la ciudad se desató una pelea que involucró a varias decenas de personas que lanzaron botellas y sillas durante el enfrentamiento.
La policía militarizada del estado confirmó que tuvo que intervenir utilizando material antidisturbios y lanzando balas de goma.
En la misma ciudad, los agentes debieron intervenir ante el caso de un aficionado que amenazó con suicidarse por la derrota de Brasil.
Una de las escenas más impactantes de la noche se dio en el Fan Fest, el espacio habilitado por la FIFA para los aficionados, de Recife, capital del estado de Pernambuco, en el que la policía montada tuvo que entrar y lanzar gases lacrimógenos para poner fin a una pelea en la que numerosas personas estaban involucradas.
Tras el fin del partido, los organizadores informaron que se trató de un "problema pequeño" y que fue sofocado.
En el Fan Fest instalado por la FIFA en la playa de Copacabana de Río de Janeiro, las escenas también se sucedieron con peleas y varios actos de arrastrones, robos masivos practicados generalmente por menores aprovechando distracciones.
La situación de caos provocó carreras y confusión entre los casi 20.000 aficionados que se habían desplazado hasta el lugar.
Según informó la Policía Militarizada del estado de Río de Janeiro, siete personas fueron detenidas.
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