Ibrox Stadium. Ocho de diciembre de 2012. Las 15.00 de la tarde en Glasgow. Poca gente reparaba en que se iba a disputar un partido de Scottish League Two que iba a escribir una página histórica en el libro de los récords del fútbol. Más que por la relevancia, que era escasa a esas alturas del campeonato, el encuentro entre el recién bautizado Rangers Football Club y el Stirling, será recordado por los 49.913 espectadores que acudieron al campo a alentar a su equipo. Es la historia que hoy nos traen desde la Revista Elite Sport.
No hay otra muestra igual de fidelidad a un club que militaba en la Cuarta División descendido por graves problemas financieros. El otrora llamado Glasgow Rangers, el conjunto con más campeonatos de Liga (54) conquistados del mundo, sacaba la cabeza en el 'infierno' gracias al apoyo de su hinchada. A tres metros sobre el cielo, a tres categorías de distancia, su máximo rival, el Celtic, se paseaba por la máxima competición doméstica sin su enemigo más odiado. El 'Old Firm', que reportaba a la economía escocesa alrededor de 120 millones de libras, se quedaba huérfano.
Dos años y unos meses después, protestantes y católicos se han enfrentado en un partido de Copa de la Liga, un encuentro que ha supuesto el choque número 400 en los casi 127 años de rivalidad entre ambos. No se encontraban en un terreno de juego desde el 29 de abril de 2012, con resultado favorable al Celtic por tres goles a cero. Cerca de tres años después, 'The Bhoys' han vuelto a vencer (2-0) a 'The Gers' ante 51.000 espectadores, pero éstos acortan distancias a pasos forzados, a saltos de gigante, guiados por el impulso de una afición inconmensurable que lleva en volandas a un equipo arrastrado por una profunda crisis económica.
Las similitudes entre ambos han quedado alejadas. Es frecuente utilizar el término 'Liga Escocesa' para determinar aquella competición que tiene a dos clubes como grandes dominadores del torneo. Esa frase ha quedado en desuso desde que el Rangers se agachara para coger impulso, se inclinara ante las leyes financieras para resurgir desde su liquidación económica, para luchar por subir a las alturas, por escalar esa empinada montaña que le separaba del Celtic, el equipo rico, el que ha ganado dos ligas consecutivas sin su enemigo compañero.
Política, cultura y religión enfrentadas en más de un siglo de historia. El Celtic, campeón de Europa en el año 1967 tras vencer al Inter de Milán (2-1), es el equipo tradicional de los católicos irlandeses, mientras que los hinchas del Rangers (campeón de la Recopa de Europa del 72) enarbolan los símbolos del Reino Unido, dejando de lado ambos, curiosamente, las banderas escocesas.
Los blanquiverdes son de izquierdas y los azules de derechas. Muchos aficionados del Celtic portan insignias del Ejército Republicano Irlandés y hacen suyo el 'You?ll never walk alone' de su hermanada afición del Liverpool, mientras que los hinchas del Rangers cantan las prohibidas 'Billy Boys' y 'The Famine', mofándose esta última de la hambruna que asoló Irlanda en 1840.
Rivalidad armada de violencia
Es una rivalidad que a menudo se arma de violencia. Uno de los episodios más desgraciados que se recuerda sucedió el 2 de enero de 1971, cuando 66 espectadores, entre ellos varios niños, murieron aplastados intentando salir del estadio en los instantes finales del encuentro. Hubo además unos 200 aficionados heridos, entre los aproximadamente 80.000 hinchas presentes en Ibrox Park. Fue el peor desastre que se recuerda en el fútbol británico hasta la tragedia de Hillsborough en Sheffield (Inglaterra) en 1989.
Otro terrible acontecimiento entre ambas escuadras que se recuerda de manera lamentable ocurrió en la final de la Copa de 1980 en Hampdem Park. El partido pasará a los anales de la historia como la mayor batalla campal del fútbol escocés.
Los aficionados del Celtic saltaron al campo para celebrar la victoria en la prórroga (1-0), mientras que los del Rangers permanecieron en el estadio abucheando a los futbolistas blanquiverdes. Un balonazo de un hincha a la grada rival motivó que bajaran al terreno de juego, entendiendo el gesto como una provocación, y se arrancaran ambos a puñetazos, patadas, y lanzamiento de botellas. A partir de ahí, las autoridades prohibieron la venta de bebidas alcohólicas en la ciudad antes y durante el encuentro.
En la lista de terribles episodios, completados con intentos de asesinatos y apuñalamientos, destacan las amenazas que han sufrido jugadores y entrenadores de estos clubes. Neil Lennon, quien fuera futbolista y técnico del Celtic, sufrió varias veces las iras de los radicales unionistas del Ulster. Un ultimátum de este grupo, advirtiéndole de que acabarían con su vida, le impidió cumplir su sueño de llevar el brazalete de capitán de Irlanda del Norte en el año 2002.
Su 'crimen': ser católico y vestir los colores del Celtic de Glasgow. Seis años después, tras fichar como asistente del entrenador del equipo blanquiverde, recibió una paliza en la calle al término de un partido que les enfrentó al Rangers.
Y la situación más grave la vivió en 2011, cuando la policía interceptó un paquete bomba que iba dirigido a su casa en Escocia. No era la primera vez que recibía una carta sospechosa, pues unos meses antes recibió un sobre con unas balas, enviado presuntamente desde Irlanda del Norte. Una vez más, aspectos externos al fútbol sirven como excusa para amenazar a los protagonistas de este deporte.
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