La Liga de Fútbol Profesional quiere poner fin de manera inmediata a la presencia en los estadios españoles de aquellos colectivos de aficionados que se reivindican como ultras y pautar el funcionamiento de unas nuevas gradas de animación controladas por los clubes. Así, en una circular emitida ésta semana y recibida por los 42 clubes de Primera y Segunda División les invita a inscribir de manera inmediata a todos los grupos o colectivos de aficionados que les prestan soporte. Ésta medida afecta a los grupos denominados ultras, que en su mayoría no sólo no figuran en los registros de aficionados confeccionados hasta la fecha sino que en bastantes clubes ni siquiera figuran en sus listados de peñas. La Liga los pone en su diana para erradicarlos porque impide desde ya a sus clubes afiliados que apoyen, según expresa en el primer punto de su circular, “a colectivos que hayan cometido infracciones tipificadas en la legislación vigente”.
Las pautas se basan en la Ley (la 19/2007, de 11 de julio) contra la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte aprobada hace casi ocho años y que se reforzó con una reglamentación que entró en vigor hace cinco, una normativa que no se aplicaba y que se puso sobre la mesa tras el enfrentamiento entre ultras de Atlético y Deportivo que finalizó con el asesinato de Francisco Javier Romero Taboada el pasado 30 de noviembre. Dos semanas después de aquellos acontecimientos representantes de la LFP, los coordinadores de seguridad de los clubes y responsables policiales determinaron que rescatar el registro de aficionados y actualizarlo de manera exhaustiva debía ser la primera medida para erradicar actos violentos como los sucedidos en la ribera del Manzanares. Uno de los problemas que se argumentaban como impedimento para no actualizar los registros tenía que ver con la aplicación de la Ley de Protección de Datos. Ahora la LFP trata de zanjarlo apuntando que los datos que faciliten los clubes no serán de carácter personal.
La Liga advierte que incumplir la confección de ese registro acarrearía responsabilidades jurídicas para los clubes que lo hagan y apuntan al corazón de los grupos ultra al impedir no sólo que sigan al margen de esos censos sino a que también operen como lo hacían hasta ahora dentro de los estadios. Así, se prohíbe a los clubes mantener con ellos cualquier tipo de relación de apoyo, cobertura, dotación de infraestructuras o gestión de entradas y desplazamientos. La Liga vigilará también a aquellos colectivos de seguidores que sin estar en los listados mantengan de manera notoria no ya su presencia en los campos de fútbol sino también a través de páginas web, cuentas en redes sociales o se dediquen a la venta de material identificativo del grupo y exige a los clubes que les impida el acceso a los estadios.
El nuevo escenario ya se aplica en estadios como el Santiago Bernabéu o Mestalla, donde en sus nuevas gradas de animación tanto consignas como pancartas, bombos, tambores o megáfonos son supervisados por los responsables de seguridad de los clubes. “Cualquier elemento que se exhiba en el interior del recinto deportivo debe ser conocido por el club organizador”, se apunta en la circular, en la que se insta a intercambios de información entre las diferentes entidades para controlar también los emblemas que porten las grupos de aficionados que se desplacen. Las medidas se completan con una serie de requisitos de carácter colectivo que pasan por la prohibición de acceder al estadio con paraguas de punta metálica o con rollos de papel higiénico, que según la circular que firma María José López Lorenzo, directora legal de la LFP, “en pequeñas cantidades puede ser inocuo, pero una vez en el interior y juntándolos pueden supone un riesgo para la seguridad”.
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