Lo ideal es que ambos se extinguieran y naciera un tercer tipo: el que siempre ve el estadio hasta la bandera. En muchos países europeos sólo existe dicho aficionado, gracias a una acertada política de precios populares. En España, sin embargo y pese a la crisis, ir al fútbol se ha vuelto casi un lujo, un privilegio. El deporte de masas se ha vuelto el de la masa dispersa, cada miembro en su casa, frente a la tele y frente a Twitter. Y eso que los clubes de la Liga manejan los más grandes presupuestos del continente, al menos los que condensan a todas las estrellas del momento.
Hasta que los equipos opten por imitar a sus vecinos de la Premier o la Bundesliga, poner remedio a la escasa democratización del fútbol queda en manos de los aficionados emprendedores. Por suerte, ya los hay. Ahí está Never Empty, cuyo mensaje no puede ser más claro: ¡basta de estadios vacíos!
Es una app tan simple por mecánica y objetivo que parece mentira no haya surgido antes. El aficionado sólo tiene que entrar, buscar el partido que le interesa y pujar por tantas entradas como necesite en base a un precio que considere razonable. Aunque hay que estar pendiente para ganar la subasta, esto no está exento de cierta diversión.
Se trata del concepto último minuto trasladado al fútbol. Pero si hay planes buenos, son los que surgen a última hora y con improvisación. Y si es para ver el fútbol en directo sin dejarse una fortuna, resultan todavía mejores.
Si este modelo triunfa, y tiene todas las herramientas para ello, es muy probable que el próximo paso sea contar con todos los equipos de todas las competiciones. Para devolverle al fútbol la categoría de espectáculo, nada mejor que bajársela y usarla. Todos ganamos.
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