La tarde del lunes se revolucionó en las redes sociales a partir de un comunicado del Córdoba, próximo rival del Atlético de Madrid (sábado 4 de abril, 18.00 horas). El texto del club andaluz dice así: «En cumplimiento de la normativa vigente, los aficionados que compren entradas para zonas no habilitadas como visitantes y que porten elementos que les identifiquen como seguidores del Club Atlético de Madrid, no podrán permanecer en ellas y podrían ser desalojados de las mismas sin posibilidad de reubicación en otros lugares del Estadio». Es decir, que si no es en la zona habilitada, nadie puede ir vestido con indumentaria del Atlético al campo del Córdoba.
La frase clave es la de «en cumplimiento de la normativa vigente». Este periódico trató de contactar con el club andaluz sin resultado, y ni desde la Liga de Fútbol Profesional ni desde la Federación Española de Fútbol acertaron a concretar cuál era esa normativa. De hecho, lo más parecido que se puede encontrar está en el Artículo 15, apartado 4, del Real Decreto 203/2010 del 26 de febrero, el Reglamento de Prevención de la Violencia, el Racismo, la Xenofobia y la Intolerancia en el Deporte. Dice así: «En circunstancias excepcionales de especial dificultad para el normal desarrollo de la competición, el Coordinador de Seguridad podrá dictar instrucciones en relación con la venta de las entradas, su número y ubicación al objeto de prevenir afecciones a la seguridad de los mismos o solventar los defectos que puedan provenir de la inadecuación de zonas o partes de la instalación deportiva».
En ningún caso se hace referencia a la indumentaria, al contrario que con objetos o pancartas, que sí están expresamente prohibidos si atentan contra alguna de esas cuestiones en un campo de fútbol. Otra opción, no confirmada por el Córdoba, es que esa normativa vigente sea, simplemente, el derecho de admisión, algo que según algunas fuentes sería muy discutible pues es difícil prohibir la entrada a un recinto deportivo -municipal en este caso- sin una razón concreta y fehacientemente demostrada. De hecho, este ha sido el argumento utilizado por algunos clubes a la hora de explicar la dificultad de expulsar de sus recintos a algunos miembros de sus grupos ultras.
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