Tras largos años de tolerar a los Ultras Sur, Frente Atlético, Riazor Blues y a otros grupos radicales actuar más allá de la ley y del alcance de la Comisión Antiviolencia, el fútbol español está sometido ahora a la dictadura de la seguridad y al autoritarismo desmedido, impopular y equivocado de la LFP.
Las actitudes peligrosas, ofensivas y violentas no castigadas antes, por ejemplo en el Bernabéu o el Calderón, se persiguen ahora, con menos motivo y más saña, en otros estadios. De modo que si un grupo de aficionados, afiliado o no a un club, quiere perjudicarlo gravamente sólo tiene que armarla en la grada y dejar que la moda de castigarlo todo ciega y compulsivamente haga el resto.
El resultado es que hoy la animación se ha crispado como en el Camp Nou por culpa de lo que parecen falsas acusaciones y por los indicios de que personas sospechosas de camuflarse entre los grupos del Gol Sud pueden ser en realidad infiltrados y agitadores no se sabe de dónde ni con qué fin.
Ante la preocupación de los propios grupos, del club y de la seguridad, son ahora los Mossos d’Esquadra quienes exigen, como había propuesto del Barça en la cuestionada Grada d’Animació, un espacio estanco en el que se sepa quién accede, mediante diferentes controles de identificación previa y en el día de partido.
Barça, Mossos y grupos han iniciado contactos para que el próximo mes de abril el Gol Sud haya sido completamente parcelado de forma que los grupos de animación ocupen un espacio determinado y exclusivo, al margen de los que acceden con una entrada y de los socios que simplemente están allí ubicados desde hace años.
La única salida posible pasa por la elaboración de un listado de socios previo, aprobada por Mossos y por el club, un proceso -posiblemente dactilar- de control de acceso sobre esa base de socios y finalmente la asunción de responsabilidades por parte de los propios cabezas de grupo a la hora de reclutar y admitir unidades.
Esta solución, que permitirá a los propios grupos y a la seguridad identificar y expulsar a cualquiera que no respete las normas de correcta conducta y de respeto, características del Gol Sud del Camp Nou en los últimos años, sólo se convertirá en un problema si no están todos los que son, verdaderamente, sin distinción de pertenencia y sobre todo sin prejuicios.
Integración positiva
En el intento anterior de Grada d’Animació el club pretendía desarrollar precisamente un proyecto de integración positiva de todas las fuerzas del Gol Sud, una iniciativa a la que se opuso de forma sistemática y se diría que política Mossos y su anterior responsable Manel Prat, que veía Boixos Nois por todas partes.
El planteamiento de esta futura grada sobre el compromiso de una seguridad garantista en las dos direcciones, comportamiento y control, puede ser finalmente la salida a una situación que el Camp Nou necesita resolver.
Sobre todo porque al Gol Sud siempre se le necesita y porque, más importante aún, el Gol Sud siempre está ahí. El Barça y Mossos podrían dar un buen ejemplo, opuesto al de otros clubs que andan expulsando a los violentos y peligrosos, admitiendo a quienes de verdad sólo quieren animar al Barça
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