El RCD Espanyol sufre de nuevo la infiltración de los violentos en su estadio. La vía de entrada es La Curva, el grupo de animación que ocupa la grada baja Cornellà del Power8 Stadium. La convivencia de los ultras con el resto de la afición ha sido buena, hasta que una cadena de incidentes, que muchos achacan a los convidados de piedra, la ha deteriorado.
El último fue el cierre de la Penya Espanyolista Cornellà. Su presidente, Xavi Edo, ha recibido notificación verbal de clausura por parte del Ayuntamiento después de que los ultras utilizaran la calle Riereta, en la que está sita la peña, para calentar el recibimiento al equipo antes de la semifinal del Copa del Rey ante el Athletic de Bilbao.
“Se nos dijo que no habría bengalas ni incivismo y los hubo. Un concejal de Cornellà me ha asegurado que se mearon en portales, hubo una agresión a una señora. La calle quedó cubierta por una moqueta de vasos”, ha abundado el presidente. Como resultado, la peña deberá cerrar. El grupo celebrará su despedida el domingo.
ExBrigadas
Lo que Edo califica de “desmanes con el alcohol”, otros lo atribuyen a otros motivos. Según el presidente de una peña perica gerundense, en La Curva “se están infiltrando elementos que son de otros equipos, como el Madrid (foto adjunta), y que sólo van al campo en días en los que puede haber jaleo”. El aficionado se refiere a grupúsculos que recogen el testigo de Brigadas Blanquiazules, la historica peña ultraderechista, hoy orillada de la masa social.
El fan sufrió en sus propias carnes la ira de los nuevos curveros. En el partido de Copa contra el Athletic, un grupo subió al tercer nivel del estadio, donde se congregan aficionados independentistas. “Hubo insultos y escupitajos, pero podría haber sido más. El club no debería permitirlo”, denuncia.
“Fascistas”
El incidente sucedía a otros. La misma facción ultraderechista de La Curva viajó al Nuevo San Mamés en el partido de ida. Fuera del estadio se enfrentaron con Herri Norte, la peña radical local, de tendencia abertzale, que apedreó el bus del equipo oficial. Dentro del estadio, entonaron el “Que Viva España” y hubo un amago de agresión a un aficionado que mostraba una señera independentista.
La cadena de desmanes preocupa al club. Esta misma semana ha habido una reunión para atajar el asunto. La peña que emplaza al club a actuar es una que es blanco habitual de la ira de la sección intransigente del Espanyol. “No es un debate de esteladas o banderas españolas. Es un grupo fascista que está entrando en el Power8, que enarbola símbolos ultraderechistas en la Ciutat Esportiva”, explica su presidente.
Descontrol
Lo que subyace al conflicto son los bandazos de La Curva. Hasta ahora, imperaba un pacto de “no banderas, sólo Espanyol”. M.R., el encargado del megáfono en el fondo joven, hacía respetar esta política de, paradójicamente, “no política”. Según ha podido saber esta publicación, M., es una figura muy respetada en el grupo.
Hasta ahora. La infiltración y el papel de grupos como Guardia Joven, Sección Pacharán, el Peñón y el pool entre la nueva y vieja generación de Brigadas ha alterado el equilibrio. La Curva adolece ahora de falta de control, y sus dirigentes deberán poner empeño para evitar la cruzada de la Liga contra los ultras. En el recuerdo están los enfrentamientos con la Juvenil 1991, que se fue de La Curva en 2013. Un año después, ambas peñas chocaban fuera del estadio, hasta que se firmó un pacto de no agresión.
No obstante, la facción intransigente del grupo de animación aún califica a la Juvenil de “vendidos a [Joan] Collet” e incluso de “independentistas”. Las descalificaciones son, entre otras, un intento de hacer virar a La Curva y armonizarla con lo que era Brigadas Blanquiazules en el estadio de Sarrià, un pasado que esta facción anhela.
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