Para los jugadores de fútbol, aunque parezca lo contrario, no es oro todo lo que reluce. Que las cosas les salgan muy bien sobre el terreno de juego no quiere decir que vaya a pasar lo mismo lejos del césped. En absoluto. Eso es algo que Ivan Rakitic, actual centrocampista del Barcelona, puede atestiguar de primerísima mano. En su caso, un curioso error de cálculo le obligó a cerrar el bar que había montado en Sevilla, a pesar de que el negocio, aparentemente, marchaba bastante bien.
El local se llamaba Dinain Tapas&Copas. Lo montó en colaboración con su esposa, Raquel Mauri, la hermana de su mujer y su cuñado. Estaba situado en la Avenida de Finlandia y sus precios eran de lo más competitivo. El problema vino a raíz de dónde estaba situado: demasiado cerca del Benito Villamarín. Rakitic jugaba en el Sevilla. Y, desde luego, ese detalle no pasó para nada inadvertido para algunos ultras del club verdiblanco, que empezaron a causarle serios problemas. Al final, no le quedó otro remedio que cerrar.
"He tenido que cerrar el bar porque estaba cerca del estadio del Betis y tuve problemas con sus hinchas, pero pronto voy a abrir otro en el centro de la ciudad", aseguró por aquel entonces el propio Rakitic. Sus planes de retomar el negocio de la restauración, no obstante, nunca llegaron a cumplirse. Su fichaje por el Barça frustró sus intenciones. Por lo menos, de momento.
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