Los enfrentamientos entre seguidores de equipos rivales no son algo nuevo. Ellos hacen parte del lado oscuro del fútbol y en Alemania se intenta desde hace muchos años tener bajo control a los grupos de aficionados violentos, bien sea adoptando extremas medidas de seguridad en cada partido, o con acciones preventivas como el constante diálogo entre los clubes y sus hinchas. Si bien la Bundesliga no ha logrado erradicar completamente la violencia, sí ha conseguido hacer del fútbol un espectáculo familiar que discurre regularmente en un ambiente pacífico. Las tribunas y alrededores de los estadios son considerados “zona segura” y por esta razón los aficionados agresivos han ingeniado una nueva modalidad: trasladar sus peleas a la calle.
Estreno en Colonia
El pasado fin de semana tanto los ciudadanos comunes y corrientes como las autoridades civiles fueron testigos del “lanzamiento” de una expresión de violencia futbolística hasta ahora desconocida.
Ya no basta que la policía asegure los estadios, ahora también debe controlar las vías de acceso a los partidos.
Ya no basta que la policía asegure los estadios, ahora también debe controlar las vías de acceso a los partidos.
Por el centro de Colonia, una de las más importantes ciudades de Alemania, a plena luz del día y sin previo aviso, aparecieron –formadas en dos grupos– poco más de 200 personas armadas con garrotes, cadenas, navajas y guantes rellenos de arena y cuarzo, que se atacaron mutuamente. Durante un par de minutos el pánico se tomó las principales calles colonesas.
El combate terminó cuando se escuchó la primera sirena de un auto de la policía. Entonces los protagonistas del enfrentamiento, hinchas del Schalke que midieron fuerzas con la “amistosa alianza” conformada por aficionados del Colonia y el Dortmund, se dispersaron dejando atrás sus armas, charcos de sangre y un herido que estuvo un par de días en peligro de muerte.
“Peleas concertadas por los aficionados en un descampado no son nada nuevo, pero que ellas se escenifiquen ahora en el centro de una ciudad, a plena luz del día, le imprime a esas manifestaciones de violencia una nueva dimensión”, comentó un vocero de la policía lo ocurrido en Colonia, un hecho que ha activado nuevamente las alarmas en la Bundesliga.
Con las manos atadas
De todas formas, no hay muchas cosas que los clubes puedan hacer para contener las olas de agresión, pues como explicó el Colonia en su página de Internet, “nosotros somos un club de fútbol y no podemos –ni queremos– asumir la responsabilidad por los actos de violencia de grupos criminales que usan el deporte como plataforma para sus delitos. Nosotros no somos cómplices sino víctimas de esa gente”.
El Colonia anunció que expulsará de su entorno a todos aquellas personas a las que se les compruebe participación en cualquier tipo hechos como el de ese fin de semana en su ciudad, y también advirtió con severidad que va a romper “el diálogo con criminales”. El resto de la Bundesliga, sin embargo, confía en seguir teniendo éxito con sus campañas de prevención basadas en la conversación con los hinchas.
Esta semana, por ejemplo, se llevó a cabo en Berlín un congreso de aficionados de todo el país impulsado y respaldado por la Liga Alemana de Fútbol (DFL), que reúne a todos los equipos profesionales y es la organizadora del campeonato de la Bundesliga. Allí la idea era concertar un trabajo cooperativo entre hinchas y clubes en medio de un ambiente de confianza que se echó a perder tras lo ocurrido en Colonia.
La agenda del congreso se tuvo que cambiar completamente y los temas seguridad, prevención de la violencia y monitoreo de los grupos agresivos dominaron las actividades.
Nuevos riesgos
Para terminar de oscurecer el panorama, el sindicato de la policía alemana ha revelado que lo ocurrido en Colonia no se puede considerar como un hecho aislado, pues hay grupos que están tramando crear mucho más desorden.
“Por lo menos desde entonces es claro para todos que la violencia en el fútbol ha adquirido una nueva intensidad, que se extiende a los medios de transporte y a las calles” declaró en un comunicado Oliver Malchow, vocero del sindicato de la policía, quien también llamó la atención sobre la peligrosa alianza que están formando en muchos estadios los hinchas ultras y reconocidos grupos de hooligans.
Para la policía el problema es mucho más grande de lo que parece a primera vista, pues mientras los estadios permanecen en calma aumenta el riesgo de que los grupos rivales se enfrenten en los trenes, las estaciones o las calles de la ciudad donde se celebran los partidos.
“Esos son delincuentes que viajan a lo largo y ancho de Alemania para provocar desórdenes y peleas camino al estadio”, expresó el ministro del Interior del Estado de Renania del Norte-Westfalia, Ralf Jäger. Por su parte, Alex Schulz, portavoz de la federación de aficionados “pacíficos” de Alemania confirmó, refiriéndose a los violentos, que “el mayor problema es que estamos indefensos y desamparados, ésa es gente que no nos escucha”.
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