Pasada la primera media hora, los aficionados que abandonaban El Alcoraz comenzaba a acercarse al epicentro de los festejos: la plaza de Navarra. Así, hasta que a las 22.00 todo estaba preparado para recibir a los verdaderos protagonistas, los jugadores que habían logrado el triunfo. Sin embargo, como las novias en las bodas, se hicieron de rogar y hasta casi 40 minutos después no hicieron acto de presencia.
No obstante, la espera no hizo que los ánimos decayeran. Decenas de cánticos, charangas y alguna que otra jota caldearon el ambiente hasta que el autobús en el que se encontraban los jugadores llegó a la fuente que preside la plaza. Junto a ellos viajaban sus familiares, amigos y el equipo técnico del club.
En el momento en el que comenzaron a bajar las escaleras del autobús, los más de 3.000 presentes empezaron a aplaudir y hacerles fotografías. Así, al son de "a segunda oe, oe", llegaron hasta la puerta del Casino y entraron en él.
Una vez en el balcón, fueron apareciendo de uno en uno, según les iban nombrando. Cuando llegó el último, la plaza estalló en una gran fiesta, que supone el inicio de una nueva etapa, esta vez, en Segunda División.
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