Los cinco acusados por violación en los Sanfermines de 2016 se la juegan a todo o nada: «O salen a la calle o les cae la del pulpo». Serán fundamentales los vídeos que grabaron y que defensa y acusación usarán para tratar de demostrar si hubo o no consentimiento. «Está angustiada por tener que revivir aquello», dicen los letrados de la chica, que declarará el martes. El juicio comienza mañana y será a puerta cerrada.
Mañana comienza en la Audiencia de Navarra uno de los juicios más mediáticos de los últimos años. Se sientan en el banquillo los cinco sevillanos conocidos como La Manada, acusados de violar a una madrileña de 18 años en los Sanfermines de 2016. Estas son claves del caso.Juicio blindado
El tribunal decidió el pasado 16 de octubre que las sesiones -el juicio se celebra entre el 13 y el 22 de noviembre- sean a puerta cerrada. Se ha prohibido también que los medios tomemos o publiquemos imágenes de la denunciante o de sus familiares y que divulguemos su identidad o cualquier dato que permita su identificación. Sobre los acusados, también está prohibida la difusión de los rostros de los cinco. En el caso de uno de ellos, A.M.G., por petición expresa de él, no se podrá publicar tampoco su nombre ni datos personales.La chica«Angustiada por tener que revivir otra vez todo aquello». Así se encuentra C., de 20 años hoy, en los días previos a su declaración desde su equipo jurídico. A la joven se le denegó la petición de testificar desde Madrid por videoconferencia y tendrá que hacerlo en persona ante el tribunal. No se cruzará con los cinco de La Manada, eso sí, quienes escucharán cómo ella los acusa de violarla desde otra sala, a través de un monitor.
La protección a la presunta víctima, que declarará el martes, incluye la entrada y salida del edificio con custodia policial y de modo que se evite cualquier contacto visual con los medios de comunicación.'La manada'«Tienen muchísimas ganas de ponerse ante la justicia para acreditar su inocencia», dice uno de los abogados de La Manada. Así se bautizó a los acusados porque era el nombre del grupo de WhatsApp que compartían con otros amigos y donde se vanagloriaban de sus correrías y planes sexuales con mensajes de este tipo: «Quillo en verdad follarnos a una buena gorda entre los cinco en San Fermín sería apoteósico. Prefiero follarnos a una gorda entre cinco que a un pepino de tía yo solo». Uno de ellos tiene tatuado en el pie las fauces de un lobo y la leyenda «el poder del lobo reside en la manada».Son cinco amigos sevillanos: Jesús Escudero Domínguez, 27 años, peluquero; José Ángel Prenda Martínez, 27 años, miembro de la peña ultra del Sevilla Biris y con antecedentes por riña tumultuaria; Ángel Boza Florido, 26 años, biri, fichado por delitos de robo con fuerza y contra la seguridad vial; Alfonso Jesús Cabezuelo Entrena, militar de la UME, 28 años, biri y con antecedentes por lesiones, riña tumultuaria y desorden público, y A.M.G.
Los cinco se encuentran en prisión provisional desde el 7 de julio de 2016, el día de los hechos. Los tres primeros comparten abogado y módulo en la cárcel de Pamplona, donde lejos de ser repudiados por el estigma de ser presuntos violadores tienen buena relación con los internos y frecuentan el polideportivo. Los dos últimos tienen cada uno su propio letrado y están en la prisión militar madrileña de Alcalá Meco. Está previsto que declaren el día 22 y todos presenciarán los interrogatorios al resto.
Todo o nada
Puesto que está sobradamente acreditado por los vídeos grabados que los cinco tuvieron contacto sexual con la chica, la clave será demostrar si éste fue consentido o no. «Es un caso curioso en el sentido de que no hay matices, se discute la mayor: la defensa dice que es consentido y la acusación que no. Te lo juegas a todo o nada. Me voy a la calle o me cae la del pulpo», explica uno de los letrados que estará presente en la sala. La defensa tratará de demostrar que la chica accedió a mantener una relación sexual grupal y la acusación que los cinco sevillanos la metieron a la fuerza en el portal del número 5 de la calle Paulino Caballero de Pamplona y que allí la violaron.
Los vídeos
Serán clave para dirimir lo anterior: si hubo o no consentimiento. La crudeza de las imágenes que los acusados tomaron con sus móviles y que se exhibirán varias veces durante las sesiones es el principal motivo por el que el juicio se celebra a puerta cerrada. Son seis fragmentos de vídeo: cinco grabados con el iPhone de A.M.G y con una duración de seis segundos, 22 segundos, 10 segundos, 14 segundos y 39 segundos, y un sexto fragmento de muy corta duración extraído de otro teléfono. En total están grabados 96 segundos de los 19 minutos que transcurrieron entre 03.08 horas, cuando los de La Manada entraron en el portal, y las 03.27 horas, cuando salieron. Quienes han visto los vídeos refieren su mala calidad: «Están movidos, tienen mala luz, mala resolución y el sonido es inaudible, por lo que se encargó una pericial para extraer las conversaciones». «No chille, no chille», «turno ahora, déjame» o «un poquito más flojito, tú» son algunos de los comentarios que se sacaron de las grabaciones. No hay ni una palabra de la chica.
La lectura que hace de las imágenes Agustín Martínez, abogado de tres de los acusados, es la siguiente: «La interpretación es que estamos ante relaciones consentidas y que todos los miembros tienen una actitud activa y participativa». Totalmente opuesta es la visión de Miguel Ángel Morán, abogado de la chica: «Está clarísimo que es una violación. En un sitio tan reducido y con cinco varones rodeando a una chica de 18 años lo único que cabe es la sumisión. De hecho, ella en todo momento tiene los ojos cerrados». En el informe que la Policía Foral de Navarra hizo sobre las imágenes se lee: «La denunciante adopta un rol pasivo y neutro con respecto a los actos y juegos de naturaleza sexual de los investigados. Solamente en una escena se ha detectado cierta iniciativa, no pudiendo precisar si obedece más bien a una reacción instintiva u automática que a un acto consciente y deliberado». Y el juez instructor se pronunció así en uno de sus autos: «No se oye ninguna petición expresa de consentimiento para determinados actos ni la actitud de los procesados durante las grabaciones indica que esperen ese consentimiento específico para nada de lo que ejecutan, ni para una grabación de la que la víctima no da muestras de ser consciente en ningún momento y que se produce en posiciones especialmente vejatorias para las que es impensable que hubiera podido prestar tal consentimiento».
Otras pruebas
Será fundamental también la consistencia del testimonio de la denunciante nada más producirse los hechos. Declararán la pareja que la auxilió al verla llorando y acurrucada en un banco cercano y los agentes que acudieron al lugar. «A los cinco minutos de producirse los hechos, ella, dentro del shock, refiere cómo ha sido todo de manera coherente y lógica y mantiene su relato en el tiempo. No tiene nada que ganar, no los conocía, no tenía animadversión hacia ellos. No tiene trastornos psicológicos ni condiciones sociales difíciles. Es una persona normal, integrada, alejada de cualquier situación que pudiera explicar que se invente algo de esta gravedad», dice uno de los letrados. Entre las periciales, se expondrá el informe de los facultativos que examinaron a la chica, quienes apreciaron una «lesión eritematosa» en sus genitales «compatible» con una agresión sexual; el análisis toxicológico, en el que la denunciante dio 0,91 de alcohol en sangre -es la mitad en aire espirado- y en el que no hay rastro de drogas, y su informe psiquiátrico.
Los 'whatsapp' de 'La Manada'
Los mensajes que los jóvenes intercambiaron en el grupo de WhatsApp La Manada en los días previos y en los que hablaban del viaje a San Fermín fueron rechazados por el juez como prueba. Quedarán por tanto fuera del juicio frases del tipo: «Muy importante la droga. Que no se os olvide, que la echaremos en falta después» o «en Pamplona las ideas claras, tío. Buscar a gorditas con casa. Gorditas pamplonicas...». Sólo se admitirán las grabaciones y mensajes del día de los hechos.Las penasLa fiscal Elena Sarasate solicita un total de 22 años y 10 meses de prisión para cada uno de los cinco acusados: 18 años por un delito continuado de agresión sexual; dos años y 10 meses por un delito contra la intimidad, y dos años por robo con intimidación. Además, pide 10 años de libertad vigilada tras el cumplimiento de la pena y la prohibición de comunicarse o acercarse a la víctima durante 20 años.
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