Hace tiempo que el letrado de tres miembros de «La Manada»,Agustín Martínez Becerra, utiliza en su estrategia de defensa palabras hirientes, dirigidas a la yugular de C., la joven de 18 años que ya tiene 20 y que ha denunciado a sus tres clientes, y otras dos personas, por una presunta violación grupal en los sanfermines de 2016. Sin conmiseración, ni para ella ni para su familia. Pero este sevillano, del que dicen fue «fichado» como abogado por José Ángel P. en su grupo de ultras del Sevilla, los Biris, para que dirigiese su defensa y la de dos de sus amigos, ha elegido como estratagema de defensa una enconada desacreditación continua a los, digamos, «hábitos sexuales» de la joven.
Para defender la honorabilidad de sus clientes, ayer les tildó de «infantiloides e imbéciles», pero esgrimió que se está hablando de «buenos hijos». Y para convencer de que en su bondad a ella la han tocado, pero solo con su permiso, utilizó dos «palabras ofensivas» a juicio de los 46 periodistas que escuchaban y los 24 ciudadanos arremolinados en la sala 102. La presunta violación fue, en realidad, «una relación consentida y placentera», afirmó rotundamente. Y las reacciones no se han hecho esperar a tal descortesía. El mismo letrado que echa tierra sobre los informes del forense y psiquiátricos de la chica ahora torna en psiquiatra y sexólogo para saber que para ella fue un acto «placentero». Pone en su boca palabras que ella, por supuesto ante el tribunal, nunca ha utilizado, ni tampoco fuera de él, criticaban ayer abogados penalistas consultados por este periódico tras la última sesión del juicio.
Y, aún más allá, Martínez Becerra cuestionó el estrés postraumático acreditado que sufrió la joven: «Cabe vincularlo a un caso de agresión sexual o también a una experiencia sexual mantenida no suficientemente satisfactoria de la que posteriormente se arrepintiera».
Martínez Becerra ha liderado durante las dos semanas de juicio una estrategia de defensa a la desesperada, sin pensar en los efectos para la reputación de una joven como C., un extremo que le han venido afeando en todo el proceso y en multitud de ocasiones el resto de integrantes de la acusación particular. También la fiscal Elena Sarasate, quien no alberga dudas de que ni fue consentida ni fue placentera tal relación sexual «de cinco contra una», dijo el lunes ante el tribunal.
De hecho, en su informe final, relatado el pasado lunes 27 de noviembre ante los tres miembros del tribunal, Sarasate no esquivó términos sexuales para describir la fechoría que habían realizado los cinco amigos sevillanos que forman «La Manada». «Cuando los acusados terminaron y consiguieron lo que querían, la dejaron tirada y semidesnuda», describió, amén de las posturas (en cuclillas, de rodillas, en dog style...) a las que le sometieron a ella.
Para Martínez Becerra, en alusión a la actitud de ella durante el juicio, «difícilmente se pueden realizar felaciones con los ojos abiertos. No es habitual». Nueva tesis de sexología a cargo del letrado.
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