Lendoiro está a punto de dejar la presidencia del Deportivo. Lo hará mañana. No quería irse, pero Tino Fernández le enseñó la puerta de salida.
Ayer, ante los periodistas, mantuvo un discurso sereno, de alguien moderado y de buen perder que podría convencer a cualquiera que no haya seguido el día a día de la entidad blanquiazul.
Pero lo cierto es que, camuflado en esa aparente tranquilidad, se va homenajeado por los ultras y después de inocular el veneno de la crispación en un sector de la maravillosa afición deportivista.
Los ultras tienen todos los motivos del mundo para homenajear a quien durante años les ha tratado con gran mimo. Sin duda, son agradecidos con Lendoiro a la vez que coincidentes en sus ideas. No en vano hay que recordar que en la medida en que Lendoiro ha incrementado sus ataques a La Voz de Galicia, también han aumentado los insultos y amenazas de los ultras a este periódico y a sus periodistas. Y que en cuanto Lendoiro ha dirigido los cañones hacia Hacienda, algunos ultras han impulsado una manifestación agresiva contra la Agencia Tributaria.
Lendoiro siempre se preocupó de tener el favor de quienes podían reventarle la fiesta en Riazor.
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