La noche previa había sido de vigilia. Entre los nervios y la imperiosa necesidad de madrugar hubo muchos que apenas durmieron. Era el caso de los primeros en llegar al muelle, ávidos de que zarpara el barco y el viaje borrara los nervios. Cuentan los casi mil valientes de Siete Palmas que el ferry de Fred.Olsen se movió más de la cuenta y el trayecto fue a golpe de ola.
Llegados a Las Palmas empiezan las emociones fuertes. Comienza el segundo episodio de la travesía. Del barco a la guagua. El desplazamiento al estadio es una fiesta. Cánticos en blanco y azul, mensajes contra el eterno enemigo y los nervios, en la mochila. Lo mejor, que no hubo sobresaltos ni incidentes. Eso sí, al entrar un exiguo control y la milimétrica revisión del equipaje, de la que se quedaron fuera un tifo... y mucho más.
El partido empieza y la historia cambia. El estadio ruge, los amarillos presumen de mosaico y los blanquiazules responden. Pero la minoría visitante se hizo oír, vaya si lo hizo. Por momentos pareció que fueran miles los que jaleaban al Tenerife. El pequeño Heliodoro viajó a Gran Canaria. Luego, en feliz correspondencia al esfuerzo, llegaron los jugadores y lo agradecieron. Fue loable su gesto, pues se acercarse a la afición y le dieron las gracias. Era lo justo. Cuando el envite ya acabó y el meritorio punto subió al casillero, atrás quedaron las dudas (viajar o no viajar), el pago de la reserva, la incertidumbre de la noche antes y el enfado por el gol de Hernán.
En apenas dos minutos los ánimos pasaron del cielo al suelo, sí, pero el Tenerife se fue de Siete Palmas con la cabeza alta. Nada que ver con la amargura de la última vez o la deshonra del llamado derbi del pasillo. La historia de este clásico fue diferente. Y así lo corrobora el semblante feliz de los atrevidos aficionados que viajaron, sufrieron, celebraron el 0-1 y lamentaron el 1-1. Solo ellos pueden contarlo desde la pasión de quien vivió el derbi a todo corazón. Con el blanco y el azul en el pecho. Con los sentimientos y el fútbol a flor de piel.
El Frente se queda sin ´tifo´
Las fuertes medidas de seguridad establecidas para garantizar que el derbi transcurriera con normalidad privaron al Frente Blanquiazul de exhibir el tifo que había preparado durante las últimas semanas en su local. Según cuentan los integrantes de este grupo, en el estadio de Gran Canaria se les impidió el acceso con el material que habían diseñado para animar al Tenerife por entender los empleados locales que no existían garantías de que fuese ignífugo.
Sí que se hicieron notar los mil globos blancos y azules que repartieron los integrantes del colectivo Tenerifemanía. Los colores del representativo se hicieron notar desde el minuto uno y el quesito de la afición foránea dio un extraordinario ejemplo de lealtad a su equipo desde el principio hasta el final.
El viaje transcurrió sin incidentes aunque a algunos de los aficionados viajeros del Tenerife sorprendieron las estrictas medidas de seguridad así como lo férreo del control que se efectuó a la llegada de los seguidores chicharreros al Estadio de Gran Canaria.
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