Todo es relativo. Incluso el daño que hacen los ultras en el deporte. En un momento en el que la Liga de Fútbol Profesional pone cerco a los violentos, los fabricantes de asientos sacan tajada del vandalismo en los recintos deportivos. Mientras las sillas de los estadios tienen una vida que oscila entre 15 y 20 años, las butacas de los sectores ocupados por radicales hay que revisarlas cada temporada.
La durabilidad total de una silla varía en función de las condiciones climatológicas. Las pérdidas de color, brillo y resistencia son graduales y dependen de la radiación solar, la temperatura y el uso. Los aditivos para que los productos aguanten la luz ultravioleta y el tratamiento ignífugo alargan su vida hasta dos décadas. Con la salvedad de los sectores ultras, que hay que repoblar cada verano, según deslizan fuentes de Daplast, empresa cordobesa con 40 años de experiencia que cambió la producción de envases y cajas de plástico por los asientos deportivos en la década de 1980. El sector estaba en alza, las nuevas normativas de seguridad exigían que todo el aforo estuviera sentado y en España se construían estadios para organizar el Mundial-82.
La excepción que confirma la regla
La situación ha cambiado radicalmente. La crisis económica global ha mellado la creación de obras deportivas en España y ha provocado la supresión de presupuestos destinados a éstas, según las mismas fuentes. El estadio del RCD Espanyol (2009), con asientos de la empresa Figueras, y el nuevo San Mamés (2013), con sillas de Euro Seating, son las excepciones en la actualidad. En los próximos años se esperan las inauguraciones del nuevo Mestalla y de La Peineta, con costes muy ajustados, alejados de la abundancia de otros años, y diseñados para una mayor explotación de los recintos.
Daplast presume de estar presente en casi todos los estadios de Primera División, con la excepción de los dos citados y del Coliseum Alfonso Pérez de Getafe. La sociedad cordobesa afirma que cubre el 100% del aforo de coliseos como el Camp Nou y el Santiago Bernabéu, aunque cede las zonas vip de éstos a Figueras. También se encarga de las gradas del Sánchez Pizjuán, el Madrigal, Los Cármenes, El Arcángel y el Juegos de Mediterráneo, y tiene un porcentaje elevado de presencia en Mestalla y en el Vicente Calderón.
La elección de los modelos de asientos es distinta en función del uso del recinto, el aforo, el diseño y la estética. Destaca, sin embargo, que clubes como el Elche y el Valencia han apostado por nuevas sillas, más oscuras, para maquillar la ausencia de público en las gradas.
En todos los deportes... y en todo el mundo
La globalización ha mitigado los efectos de las penurias económicas vividas en España. Daplast trabaja en estadios de equipos de primer nivel de Holanda, como el Feyenoord, y el estadio Olímpico; en Francia, como el Toulouse; en Noruega, y en Turquía, el Galatasaray. La empresa realiza instalaciones en 300 recintos deportivos anuales, de todos los tamaños, desde polideportivos a campos de fútbol municipales, pasando por pabellones de baloncesto. Incluso ha fabricado los asientos para alguna de las sedes del Mundial de Balonmano. Oriente Medio y África, con Catar, Arabia Saudí, Marruecos y Argelia, es el mercado del presente, sin olvidar Latinoamérica (México, Chile, Perú, Panamá y Colombia) y Europa (Bélgica, Alemania, Eslovenia, Bosnia, Hungría, Irlanda y Reino Unido). Tomen asiento.
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