La grada ultra del Estrella Roja de Belgrado fue protagonista este jueves durante su eliminatoria de Europa League frente al Rangers escocés. Pese a que su equipo cayó eliminado, sus aficionados han dado la vuelta al mundo con una pancarta con profundo mensaje político.
«¡Dadle una oportunidad a la paz!», rezaba el tifo en referencia a una canción de John Lennon. El cartelón recordaba 24 conflictos bélicos, desde Corea en 1950 hasta Libia en 2011, pasando por Cuba, Vietnam, el Congo, Argentina o Irak. Una selección curiosa, que mencionaba a la República Sprska en 1995 o Yugoslavia en 1999, pero no hacía ninguna referencia a Croacia, Bosnia o Kosovo. En realidad, en la pancarta subyace un claro mensaje anti-OTAN, arraigado en el nacionalismo serbio tras los bombardeos al final de la Guerra de los Balcanes. Y una camaradería poco disimulada con las posiciones rusas.
Ninguna guerra de la URSS se coló en el listado, ni tampoco los conflictos en Chechenia, Georgia o la propia Ucrania. La explicación no es muy compleja. Los ultras del Estrella Roja están hermanados con los del Spartak de Moscú y hace dos semanas protagonizaron cánticos a favor de Rusia en un partido de Liga frente al Vozdovac, ya con la invasión de Ucrania en marcha. La injerencia de Rusia en los Balcanes es motivo de preocupación ante el recrudecimiento de la tensión nacionalista en Bosnia.
La pancarta de los Delije, uno de los grupos ultras más numerosos del continente, se ha colado en la política española de la mano de Pablo Iglesias, que alababa la «lección» de la hinchada del Estrella Roja en un tuit que acabaría borrando cerca de las cuatro de la tarde. También compartió el mensaje la cuenta oficial de Podemos, en los mismos términos que su ex líder, y también terminó por borrarlo.
«Me pareció un mensaje de paz justo y jamás imaginé que reivindicar a Lennon y a los desaparecidos argentinos fuera propio de una afición ultra. Pero si los que saben de fútbol y de hinchadas dicen otra cosa: rectificación, disculpas y a estudiar más», justificó el ex vicepresidente del Gobierno.
Analistas como el bosnio Jasmin Mujanovic habían hecho notar antes la ironía del mensaje mostrado el jueves en el estadio serbio, recordando el pasado miliciano que envuelve al grupo.
La batalla del estadio Maksimir
Porque los Delije tienen su historia. Con una fecha grabada a fuego en el calendario: 13 de mayo de 1990.
Aquel día 3.000 ultras viajan en tren de Belgrado a Zagreb para el gran derbi yugoslavo. El Dinamo de Zagreb recibe al Estrella Roja. Unas semanas antes se han celebrado en Croacia las primeras elecciones multipartidistas en más de 50 años y ha ganado por mayoría Franjo Tudjman, que aboga por la independencia de la república. El ambiente político y social en la Federación ya es eléctrico y la perspectiva de la guerra empieza a tomar cuerpo.
«Mataremos a Tudjman» es uno de los cánticos que resuenan en los vagones que transportan a los Delije, la hinchada ultra del Estrella Roja. Lo repetirán después en las calles de Zagreb antes del partido y también dentro del estadio Maksimir. «¡Zagreb es Serbia!», gritan en la grada mientras el partido comienza a irse al garete. Los radicales rajan carteles, intentan salir de su zona, agreden a aficionados rivales y se desata el caos. Los ultras locales, los Bad Blue Boys del Dinamo de Zagreb, saltan al campo e intentan cruzarlo para llegar hasta los radicales serbios. La policía carga. Mientras los futbolistas corren a refugiarse en los vestuarios hay un jugador del Dinamo, Zvonimir Boban, que pasa a la historia de los Balcanes y decide asestarle una patada voladora a uno de los policías que golpeaban a un seguidor croata. El agente pateado, un bosnio musulmán, perdonaría a Boban tiempo después.
Fue una guerra simbólica que precedió a otra real, sanguinaria y cruel. Y al frente de los Delije viajaba Zeljko Raznatovic, un criminal reincidente bien conectado con el poder que controlaba al grupo. Cinco meses después de la ‘batalla del Maksimir’, Raznatovic y otros 20 ultras del Estrella Roja fundaron la Guardia Voluntaria Serbia, popularmente conocida como los Tigres de Arkan por el apodo de su líder. 10.000 hombres bien entrenados que dejarían huella en la historia europea por su participación en las guerras de Croacia, Bosnia y Kosovo.
Bienvenidos a Vukovar
El Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia documentó las acciones de los hombres de Raznatovic, asesinado en un hotel de Belgrado años más tarde. Tras su muerte se conoció que iba a ser perseguido por 24 crímenes de guerra, violaciones graves de la Convención de Ginebra y de las leyes de la guerra. Entre los actos que investigaba el TPI se encontraba, entre otras cosas, el fusilamiento de al menos 76 personas en campañas de limpieza étnica en Bosnia.
Los Tigres tuvieron un papel protagonista en la toma de la ciudad croata de Vukovar, tras un largo asedio que recuerda al que hoy sufre Mariúpol. Un episodio que también acabó trasladado al fútbol el 22 de marzo de 1992. Aquel día, durante un derbi entre el Estrella Roja y el Partizán de Belgrado, uniformados de los Tigres de Arkan emergieron con Raznatovic en cabeza en la grada norte del Pequeño Maracaná, donde se ubican los Delije. Allí desplegaron sus trofeos de guerra entre el aplauso general: carteles de carretera arrancados que relataban el camino hacia la ciudad croata. «20 kilómetros a Vukovar», «10 kilómetros a Vukovar», «Bienvenidos a Vukovar».
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