El dispositivo de seguridad diseñado por la Comisaría de la Policía Nacional impidió que el final del partido entre el Avilés y Langreo registrara incidentes entre aficionados de los dos equipos, que llevan la rivalidad deportiva más allá.
Con los seguidores langreanos, una treintena, acuartelados en la zona de Juan Ochoa en la que fueron ubicados hasta el total desalojo del estadio, un grupo de seguidores blanquiazules acudieron a la zona más próxima para intercambiar insultos con los hinchas rivales. Testigos presenciales afirman a este periódico que los efectivos de la Policía Nacional antidisturbios intentaron dispersar al grupo de jóvenes avilesinos, lo que provocó un altercado.
Se produjeron carreras por las calles próximas y, aunque algunos testigos aseguran que hubo lanzamiento de objetos por parte de los aficionados y respuesta policial incluso con pelotas de goma, fuentes policiales aseguran que «se hizo un uso mínimo del dispositivo, solo con el despliegue de seguridad» y el incidente se quedó en «conato de pelea». Además, se niega que el destacamento hubiese tenido la necesidad de utilizar pelotas de goma ni el resto de medios de los que cuentan las unidades antidisturbios, que durante unos cuantos minutos hicieron oír las sirenas de sus vehículos para dispersar a los «jóvenes», muchos de ellos menores de edad, que se habían desplazado a la zona por la que debían salir, escoltados por la policía, los seguidores del Langreo.
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