El racismo continúa como uno de los principales problemas en la grada del fútbol español. Estos días LaLiga celebra justo la semana contra dicha lacra. Y, a la vez, ha tenido que confirmar dos ataques de esta índole en dos partidos diferentes de la competición. Unos hechos que también coinciden con la sanción al Atlético por los insultos racistas de sus ultras a un juvenil del Real Madrid. En ninguno de estos tres casos el partido se paró o se suspendió.
La normativa que se rige en las competiciones es clara y da permiso para suspender un encuentro si se producen insultos racistas. De hecho, en el fútbol europeo está el precedente del PSG - Basaksehir, donde el encuentro de Champions se paralizó por completo por el presunto insulto racista del cuarto árbitro hacia un jugador. En La Liga se recuerda el suceso entre Diakhaby y Cala, que pese a no demostrarse tampoco implicó la suspensión del encuentro. Pero los últimos hechos han demostrado que suspender o parar un encuentro no es lo habitual.
Vinicius Júnior no es la primera vez que tiene que afrontar este ataque en esta misma temporada. Nico Williams, víctima en el partido del Athletic, sí que sufrió por primera vez estos hechos en la élite del fútbol. Pero hace un par de años fue su hermano Iñaki quien tuvo que mantener la compostura y hace una semana fue Akapo quien observó cómo un aficionado le atacaba por su color de piel.
LaLiga ya alertó del aumento de agresividad verbal que se estaba viendo en la grada con la vuelta del público. Javier Tebas pidió reforzar los controles para evitar un aumento de los ultras como sucedió en Francia. Y, de igual manera, LaLiga acostumbra a emitir mensajes contra el racismo y advertencia de las sanciones en todos los partidos. Sin embargo, no es suficiente tal y como ha quedado reflejado.
Cuatro incidentes en dos semanas
Hasta cuatro casos de racismo se han visto en el fútbol español en las dos últimas semanas. Solo uno se ha producido fuera de la élite y fue el del Real Madrid - Atlético en la categoría de juveniles durante el encuentro de la UEFA Youth League. El resto se enmarca en partidos de La Liga con la visibilidad y control que eso conlleva.
El caso del juvenil se produjo durante el partido de la competición europea. El madridista Peter, nacido en Madrid pero con familia de origen dominicano, recibió insultos racistas por parte de los radicales del conjunto colchonero. Los hechos se quedaron ahí pese a que las cámaras captaron a la perfección esos cánticos. La UEFA, días después de investigar lo sucedido, ha sancionado al cuadro rojiblanco.
El análisis de LaLiga dice lo siguiente: "En el minuto 29 de partido, y seguidamente al incidente anteriormente reflejado, aficionados locales, ubicados en la grada de animación local Lluís Sitjar, grada Lluís Sitjar / Fans Nord, situados tras la portería, sin poder precisar el número de ellos con exactitud, entonaron de forma coral y coordinada durante aproximadamente 6 segundos, 'uh uh uh uh', dirigidos al jugador visitante Vinicius". Además, también se profirieron gritos de "vete a recoger plátanos" por parte, según LaLiga, de un solo aficionado.
Los controladores en el campo
El reglamento de la RFEF recoge dos figuras con poder como para advertir de estos ataques racistas en un campo de fútbol. Uno de ellos es el delegado de campo, que tiene la capacidad de "reflejar los actos de racismo, xenofobia, intolerancia y en general de discriminación de toda índole" que se produzca.
Este también puede "asistir al árbitro y demás partes implicadas, en la decisión de proceder a la suspensión provisional o definitiva del partido, cuando se ocasionen incidentes de público relacionados con conductas violentas, racistas, xenófobas o intolerantes".
Por si fuera poco, la RFEF creó la figura del "oficial especializado en la lucha contra la violencia, el racismo, la xenofobia, la intolerancia y en general, la discriminación de cualquier índole, que velará por el cumplimiento de la normativa en la materia y por el respeto y la tolerancia en el fútbol español".
En definitiva, los campos españoles cuentan con suficientes responsables para denunciar los insultos racistas durante un partido. Y, como recogen los reglamentos, la suspensión provisional o definitiva de dicho encuentro está avalada por la norma. Un extremo que no se ha producido, pero que podría ser la solución a una lacra que sigue apareciendo de los estadios.
El Atlético deberá afrontar el próximo partido como local en la UEFA Youth League a puerta cerrada. También deberá abonar una multa económica de unos 30.000 euros. Pero, como en el resto de casos, el partido no se paró y se prosiguió con el juego pese a los evidentes insultos racistas que se estaban produciendo.
Poco antes de esos hechos a principios de marzo, a finales de febrero fue Carlos Akapo el que sufrió los ataques. Una cámara de televisión captó a la perfección el momento en el que un aficionado hacía gestos racistas al jugador del Cádiz. El partido siguió su guion y a los días fue identificado y sancionado.
Este fin de semana ha agravado la situación al producirse dos escenarios idénticos en dos partidos. El Betis - Athletic tuvo a Nico Williams como afectado. "Ya en el minuto 83, uno de los aficionados, gesticula de manera ostensible con los brazos imitando a un mono, dirigiéndose también al jugador visitante", recoge el parte de LaLiga.
Hace dos años, en 2020, fue su hermano Iñaki Williams quien sufrió los ataques racistas por parte de unos aficionados del Espanyol. El duelo siguió su curso y, tras acudir a la Justicia, se logró expulsar a dichos hinchas de los estadios. Iñaki Williams, tocado por lo sucedido, aseguró que si se repetían escenas similares todo su equipo abandonaría el terreno de juego. El paso del tiempo ha demostrado que las víctimas continúan afrontando estas situaciones.
Vinicius Júnior, sin ir más lejos, ha vivido dos partidos con insultos racistas en apenas unos meses. El brasileño primero sufrió estos hechos en El Clásico del Camp Nou. Un altercado que fue puesto en conocimiento de la Fiscalía por parte de LaLiga, pero que no ha impedido que Vinicius tenga que vivirlo de nuevo en el campo del Mallorca.
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