«Jamás me había pasado una cosa así en un campo de fútbol. Llevo muchos años jugando y es la primera vez que vivo un incidente de este tipo. La verdad, fue lamentable y siento rabia, sobre todo por Rocío». Con un ojo amoratado y todavía hinchado por el fuerte puñetazo que le propinaba un aficionado rival, Alejandro Melchor atiende amablemente a través del teléfono. Solo veinticuatro horas antes de la conversación, el delantero del Algeciras sufría una cobarde agresión en el aparcamiento de La Condomina después del partido de Liga de Segunda B ante el UCAM Murcia. Defender a la fisioterapeuta de su equipo durante el encuentro y reprochar a un grupo de hinchas los insultos machistas hacia su compañera le costaba acabar en el hospital para que le cosieran tres puntos en la ceja izquierda. Él, sin embargo, tiene claro que «volvería a hacerlo porque esas actitudes no son normales en pleno siglo XXI».
«El entrenador me cambió en el minuto 70 y, en el banquillo, es cuando empecé a escuchar las groserías hacia Rocío . Hasta entonces yo estaba metido en el partido», explica Melchor. Las vejaciones a la joven fisioterapeuta del Algeciras, sin embargo, habían comenzado mucho antes, según denunció el domingo el club andaluz. Con un marcador muy claro para el UCAM Murcia (3-0) y en un encuentro sin tensión ni incidentes sobre la hierba, el delantero saltaba como un resorte poco después de sentarse en el banquillo y comenzar a escuchar «bromitas de mal gusto e insultos machistas» hacia la fisio.
El jugador se incorporaba del banquillo y se giraba hacia la grada para recriminar a los hinchas su actitud. «Rocío no se merece eso, solo estaba trabajando y es una chica majísima. Ellos respondieron con insultos -recuerda-, hicieron una bromita con la doctora del Chelsea y uno de ellos me retó a repetírselo fuera, cuando terminara el partido». El jugador pensó que aquella frase era solo «la bravuconada de un chaval», pero se equivocó. Él acababa en el hospital y su agresor detenido por la Policía Nacional.
Un enorme revuelo
La cobarde agresión se produjo ya fuera del estadio. «Salí de La Condomina junto a un compañero, pero él se quedó charlando con un conocido del UCAM y yo continué hacia el autobús», relata a ABC. Fue entonces cuando se topaba con su agresor y con un grupito de amigos que le acompañaban. El encuentro provocaba un intercambio de palabras y Melchor, que cumple su tercera temporada en el Algeciras, escuchaba una frase que aún le duele y que no para de dar vueltas en su cabeza: «Yo pago una entrada y tengo derecho a insultar». «Se fue envalentonando y me amenazó con partirme el palo de una bandera en la cabeza», asegura el delantero. No cumplía esa amenaza, pero sí intentaba propinar un cabezazo al futbolista, al que finalmente no alcanzaba. Luego llegaba el puñetazo en el ojo y un enorme revuelo.
«Mis compañeros vinieron a ayudarme y la cosa no fue a mayores porque la Policía Nacional apareció muy rápido. Me dijeron que esa misma persona ya había tenido problemas cuando jugaron ante el Cartagena, pero eso no te lo puedo confirmar», añade un futbolista que ha militado en el San Roque de Lepe, el Mairena y el Betis C, y que jamás ha vivido una experiencia de este tipo en otro campo. «Nunca he sido conflictivo y no voy a serlo ahora, con 28 años», afirma.
Melchor, que en un primer momento fue atendido en el vestuario del conjunto murciano, aprovecha la conversación para agradecer a través de este periódico «el magnífico comportamiento de la directiva del UCAM Murcia, de sus futbolistas y de su afición. Un grupito no puede manchar a un club ejemplar». Su agresor ha sido denunciado por el Algeciras a través de la Ley del Deporte.
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