Bajo el lema ‘40 años de historia merecen un respeto’ los Biris Norte, la principal agrupación de hinchas del Sevilla, volvieron a protestar ayer por lo que consideran una persecución hacia ellos por parte de la Liga de Fútbol Profesional y la Policía, con la complicidad por omisión, según ellos, del Sevilla. Este desencuentro no es nuevo, pero ahora ha entrado en una fase crítica que perturba el ambiente en torno al Sevilla. La historia que hay de fondo es difícil de conocer en todos su extremos, pero hay hechos claros. La LFP, sobre todo a raíz del asesinato de un ultra del Dépor por parte de ultras del Atlético de Madrid, se ha lanzado a una surrealista persecución de todo lo que huela a violencia en los estadios: cánticos, pancartas, bufandas, etc. Una tarea mastodóntica que requiere la aplicación de las leyes que se han saltado a la torera en los últimos años. La Policía, a través del coordinador de seguridad, ha tomado el mando dentro de los clubes.
En el caso del Sevilla el choque entre los Biris y Javier Tebas (presidente de la LFP), con el actual coordinador de seguridad de la Policía de por medio, es total. Muchos creen que el origen está en el pulso que Del Nido, apoyándose en Tebas, mantuvo con los Biris. Bajo este prisma, Tebas habría pisado el acelerador aprovechando aquel camino abierto por Del Nido. Los Biris forman uno de los grupos más activos y numerosos del mapa ultra y uno de los más perseguidos a raíz de lo acontecido en Madrid Río, aunque no tuvieran nada que ver.
A finales de 2014 fueron interceptados y retenidos en Holanda, donde se les impidió acudir al Feyenoord-Sevilla (la policía holandesa, en coordinación con la española, arguyó una supuesta macroquedada de diferentes grupos ultras europeos). El pasado jueves, en el Villarreal-Sevilla, prohibieron la entrada de toda prenda que tuviese la palabra ‘ultra’ (tampoco una pancarta que rezaba ‘Seguimos al campeón’). He aquí uno de los problemas actuales: la arbitrariedad de cada coordinador de seguridad para dictar las normas a seguir en cada estadio. No hay pauta general de aplicación en todos los campos, por lo que cada semana se aplican distintos raseros. Algo arbitrario y que incita a la sospecha. Igual pasa con los cánticos denunciados.
El pulso es total y los Biris, acorralados, piden el auxilio del resto de sevillistas, señalando al club por permitir lo que consideran un “atropello a la dignidad y a la libertad”. Son muchos los sevillistas que apoyan a los Biris en su vertiente de grupo de animación. Nunca en los actos vandálicos protagonizados por algunos de sus miembro. Ayer, sin ir más lejos, la inmensa mayoría del estadio cantó el “Somos ultras del Sevilla…” –ultra, la palabra maldita– y un rotundo “Tebas vete ya”. Los Biris denuncian igualmente la existencia de unas medidas de control excesivas para entrar en el Gol Norte, donde en ocasiones les han impedido introducir megáfonos con los que coordinan los cánticos, pancartas e incluso los célebres tifos. Según los Biris, el club calla y les desampara mientras que en otros estadios no ocurre.
Pero hay que echar la vista atrás. Primero, por el historial de violencia que muchos de los integrantes o exmiembros de los Biris Norte arrastran. Un currículum innegable que es lo que más daña el nombre y reputación de esta mítica agrupación de sevillistas de la que muchos hinchas de distintas generaciones se sienten parte sentimentalmente. La principal lección que deben aprender los Biris, y el resto de grupos ultra, es que son ellos mismos quienes deben apartar a los violentos y adaptarse a las nuevas normas si quieren seguir ‘en activo’. No hay otro camino. Y pueden hacerlo. Mientras no lo hagan no habrá futuro y estarán deslegitimados para reclamar cualquier cosa.
Pero también hay que echar la vista atrás por el historial de colaboración de los clubes con los grupos ultra. En el caso del Sevilla, la Policía vigila al milímetro cada acto y cada palabra de sus dirigentes. Los clubes siempre han alimentado a sus grupos ultra a través de sufragar viajes y tifos, regalar entradas y ceder locales. José Castro, ahora presidente, fue el interlocutor con los Biris cuando la relación de estos con Del Nido se enconó. La Policía no quiere ya ningún tipo de prebendas y es conocedora de que en muchas ocasiones, las entradas que llegaron a manos de los Biris acabaron en poder incluso de aficionados con sanciones vigentes. Bajo este panorama, los dirigentes tienen las manos atadas y sólo les queda callar y acatar las decisiones del coordinador de seguridad, por muy arbitrarias que sean.
El proceder de la LFP y el especial celo de Tebas con los Biris hace que sobre el Sevilla planeen miles de euros en multas. Ayer el sevillismo le lanzó un guante a los Biris y les retó: con vosotros, por las buenas, hasta el fin del mundo. Incluso por encima de Javier Tebas.
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