Lo peor del Atlético-Benfica no fue la derrota de los madrileños. La imagen del partido entre españoles y portugueses llegó en el minuto 37 de la primera mitad. Después de que el argentino Nicolás Gaitán marcase el tanto del empate desde la zona de aficionados del Benfica, situados en la segundo anfiteatro alta del fondo norte, se encendieron varias bengalas.
Mientras el resto del estadio silbaba, varias de ellas fueron arrojadas desde esa tribuna superior del estadio hacia el césped. Dos de ellas cayeron a seguidores del Atlético, otra a un fotógrafo situado detrás de la meta de Jan Oblak, hasta donde llegó otro de los artefactos lanzados desde la zona habitual en la que son situados los seguidores rivales en el Calderón, tanto en Liga como en competición europea. Varios de los afectados, hasta diez según el club, sufrieron quemaduras leves. Entre ellos, un niño de dos años. Uno de los que era menor de edad, recogepelotas del club, tuvo que abandonar el recinto para ser atendido en una ambulancia cercana al estadio. Después, regresó al estadio.
Tras casi dos minutos de parón, el colegiado italiano Gianluca Rocchi decidió que el juego se reanudase en medio de una humareda y de las quejas de los hinchas rojiblancos. Instantes después por megafonía, se solicitaba en portugués que los aficionados no lanzaran objetos. «Es triste, es verdad que se ha parado el juego y el ritmo durante unos minutos pero no ha tenido nada que ver con el resultado», explicó el capitán Gabi. Simeone también negó que lo sucedido hubiese influido en el resultado final. «Absolutamente no», zanjó.
En el descanso, más de diez minutos después de lo sucedido, los antidisturbios se colocaron en la parte superior, lugar donde se encendieron la mayoría de las bengalas, para buscar a los responsables de los lanzamientos. Los casi 2.700 seguidores portugueses no ayudaron a su localización con la policía y el personal de seguridad del estadio. De hecho, lanzaron asientos y piedras (después de arrancar varias localidades), escupieron e incluso orinaron hacia la zona de preferencia, generando la indignación de los presentes. Al final del encuentro, hicieron explosionar varios petardos, que lanzaron a zonas del estadio cerradas para provocar más ruido y fueron escoltados.
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